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34            G. Marañón
  I                    se puede alcanzar la santidad con el

                       genio o con la simplicidad, con el vigor
                       físico o con la más misérrima salud.
   i
   I
                                                                            )
                       Vocaciones
                       de querer.

                          La vocación religiosa es, pues, sólo
                       amor, es decir, pura exclusividad del
                       objeto y puro sacrificio. Las altas vo­
                       caciones humanas —las de la ciencia,
                        el arte y la enseñanza— son amor tam­
                        bién; pero, además, repitámoslo, ap­
                        titud específica para servir al objeto
                        del amor. En las demás vocaciones hu­
                        manas, de categoría inferior, el amor
                        está substituido por el querer. «Quiero
                        ser ingeniero», dice un adolescente; o
                        abogado o médico, en el sentido, claro
                        es, profesional y no científico; y en-









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