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Vocación y éiica           63

            la cama dél enfermo y las mesas del
            laboratorio; sin aquella delectación cre­
            ciente, morosa, que da el contacto con
            la naturaleza al que posee la vocación
            verdadera. Inútil para ellos el buen
            maestro, el material copioso, el plan
            justo de enseñanza. Aspiran sólo a pa­
            sar como relámpagos por la etapa aca­
            démica y a poseer el título para cam­
            biarlo al día siguiente, suponen ellos,
            por el triunfo social que, naturalmente,
            no llega casi nunca.

            El progreso de la ciencia
            no depende de la ganancia
            pingüe.

              Por esta razón yo miro con explí­
            cita simpatía la declinación evidente,
            en la sociedad cuya reconstitución es­
            tamos presenciando, de ese tipo de mé-
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