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66 G. Marañón
su mérito, que poner a este investiga­
dor en la opción de cambiar sus re­
buscas sin premio material por una
ocupación opulenta. Seguramente mu­
*
i chos no aceptarían el cambio; pero
otros, sí. Y yo digo que son muchos
también los médicos que sacrifican cada
día no una posibilidad de lucro, sino
su sonante y contante realidad por el
gusto de seguir estrictamente la voca­
ción médica y sus afanes investigato-
rios y docentes.

La vocación tardía.

Será, pues, ventaja considerable para
su buena preparación el que, desapa­
recida esta causa de engaño inicial, los
médicos futuros se muevan desde su co­
mienzo orientados por la vocación ver-

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