Page 7 - LIBRO 1-EDDY
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aún mayor, un enigma viviente que mantenía a sus compañeros fascinados y a los
profesores al borde de un colapso nervioso.
Pero, a pesar de su fama y su gran número de admiradores, Luchito era, en el fondo, un
solitario. La mayoría de los niños lo miraban desde lejos, demasiado asustados para
acercarse. Sabían que ser amigo de Luchito era como caminar sobre una cuerda floja: un
mal paso y te encontrabas en el centro de una tormenta de risas a costa propia. Sin embargo,
esa distancia no hacía más que alimentar su leyenda; Luchito era el héroe solitario, el
bromista sin igual, admirado y temido en igual medida. Cada mañana, llegaba al colegio con
su característico look desarreglado: cabello enredado, ojos aún somnolientos y una sonrisa
maliciosa que anunciaba que la jornada sería todo menos tranquila. El reloj parecía ser su
enemigo natural, y llegar tarde era casi parte de su rutina, como un desafío a las reglas que
nadie parecía capaz de hacer cumplir.
Durante el recreo, Luchito era el primero en salir disparado al patio, como un cohete
con exceso de combustible, liderando a los demás niños como si fuera un general en el
campo de batalla. Y cuando el momento de regresar al aula llegaba, ¡ah!, ahí es donde
Luchito demostraba su verdadero talento. Deslizándose entre las sombras de los pasillos
como verdadero travieso, escapaba de las miradas de los profesores con la elegancia de un
mago que desaparece en una nube de humo.
Sus travesuras eran de una variedad asombrosa. Un día, decidía convertir las
mochilas de sus compañeros en guarderías de caracoles que recogía del jardín; al siguiente,
organizaba un concierto de rock improvisado en el salón, bailando sobre la carpeta usando
una escoba como guitarra y el tacho de basura como su batería improvisada, todo en la
ausencia de los profesores. Pero lo que realmente dejaba a todos con la boca abierta era su
increíble habilidad para hacer reír en los momentos más tensos. Justo cuando el caos
alcanzaba su punto máximo, Luchito soltaba una broma que desarmaba hasta al más serio,
como si tuviera un radar interno que le avisara exactamente cuándo el ambiente necesitaba
una dosis urgente de humor. ¡Era un maestro en transformar el desastre en pura comedia!
Así que, mientras la escuela intentaba sobrevivir en el ojo del huracán llamado
Luchito, tanto sus compañeros como los profesores vivían con una mezcla de terror y
curiosidad, preguntándose qué locura traería el "genio del caos" la próxima vez. Porque en
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