Page 489 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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Éliphas Lévi describe al Magnifico Hombre Prototípico de la siguiente manera: «Esa

  síntesis de la palabra, formulada por la figura humana, ascendió y surgió lentamente
  del  agua  como  el  sol  en  su  naciente.  Cuando  los  ojos  aparecieron,  se  hizo  la  luz;

  cuando  la  boca  se  manifestó,  surgió  la  creación  de  los  espíritus  y  la  palabra

  transformada  en  expresión.  La  cabeza  completa  fue  revelada,  y  esto  completó  el

  primer día de la creación. Los hombros, los brazos y el pecho se manifestaron; y así
  empezó el trabajo. Con una mano, la Imagen Divina volvió a poner el mar, mientras

  que con la otra, formó continentes y montañas. La Imagen creció y creció; los órganos

  generativos aparecieron y todos los seres comenzaron a aumentar y a multiplicarse. La
  forma se situó con el cuerpo erguido, con un pie sobre la tierra y el otro sobre las

  aguas. Observándose de cuerpo completo en el océano de la creación, respiró sobre

  su propio reflejo y llamó a la vida a su semejanza. Dijo: “Hagamos al hombre” —y el
  hombre fue hecho—. No hay nada más bello en la obra maestra de cualquier poeta

  como  esta  visión  de  la  creación  lograda  por  el  prototipo  de  la  humanidad.  Aquí  el

  hombre no es más que la sombra de una sombra; y aún así, es la imagen del poder

  divino. El hombre también puede extender sus manos de Este a Oeste; a él se le otorga
  la Tierra como un dominio. Este es Adam Kadmon, el primer Adán de los Cabalistas.

  Esta  es  la  razón  por  la  cual  se  muestra  como  un  gigante;  y  la  razón  por  la  que

  Swedenborg, que en sus sueños fue frecuentado por reminiscencias de la Cábala, dice

  que toda la creación no es más que un hombre titánico y que estamos hechos a imagen
  del universo». (Ver Éliphas Lévi: Historia de la Magia).
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