Page 555 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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presidido por estos dos niños, como personificaciones de los poderes eternos. La
armonía del mundo depende de la coordinación de dos cualidades simbolizadas a lo
largo de los siglos como la mente y el corazón. En el Tarot seudoegipcio, en lugar de
los niños aparecen un joven y una doncella. Por encima de ellos, en una aureola solar,
aparece el emblema fálico de la reproducción: una Mea que atraviesa un círculo.
Géminis está regido por Mercurio y los dos niños personifican a las serpientes
enroscadas en torno al caduceo.
El arcano mayor número veinte se llama le Jugement, el
Juicio Final, y presenta tres figuras que parecen surgir de sus
tumbas, aunque solo se ve un ataúd. Por encima de ellas y
cubierta de gloria hay una figura alada (supuestamente, el
arcángel Gabriel) tocando una trompeta. Esta cana representa
la triple naturaleza espiritual del hombre que se libera del
sepulcro de su constitución material. Como en realidad solo
un tercio del espíritu entra en el cuerpo físico —los otros dos
tercios constituyen el ánthropos o Superhombre hermético—,
solo una de las tres figuras sale efectivamente de la tumba.
Court de Gébelin cree que tal vez lo del ataúd fue una idea
que se les ocurrió en el último momento a los que inventaron
la cana y que en verdad la escena representa la creación, más
que la resurrección. En filosofía, estas dos palabras son casi sinónimas. El toque de
trompeta representa la palabra creadora, que hace que el hombre, al pronunciarla, se
libere de sus limitaciones terrenales. En el Tarot seudoegipcio, es evidente que las tres
figuras representan las partes de un solo ser, porque aparecen tres momias saliendo de
un solo sarcófago.
El arcano mayor número veintiuno se llama le Monde, el Mundo, y muestra a una
figura femenina envuelta en un pañuelo que, al ondear al viento, adopta la forma de la
letra hebrea kaf Con las manos extendidas —en cada una de las cuales sujeta una
varita— y la pierna izquierda cruzada por detrás de la derecha, la figura adopta la
forma del símbolo alquímico del azufre. La figura central está rodeada por una corona
con forma de mandorla, que Lévi compara con la corona cabalística: Kéter. Los
querubines de la visión de Ezequiel ocupan las cuatro esquinas. Esta carta recibe el
nombre del microcosmos y el macrocosmos, porque en ella se sintetizan todos los
seres que contribuyen a la estructura de la creación. La figura que