Page 748 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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secreta de la Antigüedad desde sus comienzos. La doctrina secreta está oculta en sus
escritos crípticos. La búsqueda de la sabiduría divina es el único motivo legítimo para
hacer el esfuerzo de descifrar sus criptogramas. La investigación masónica podría
descubrir muchos elementos valiosos, si dirigiera su atención a ciertos volúmenes
publicados durante los siglos XVI y XVII que llevan la impronta y el sello de aquella
sociedad secreta cuyos miembros fueron los primeros en establecer la masonería
moderna, aunque se mantuvieron como un grupo intangible que controlaba y dirigía
las actividades del órgano externo. La historia desconocida y los rituales perdidos de
la masonería se pueden redescubrir en el simbolismo y los criptogramas de la Edad
Media. La masonería es el hijo brillante y glorioso de un padre misterioso y oculto. No
puede remontarse a sus orígenes, porque los cubre el velo de lo superfísico y lo
místico. El Gran Folio de 1623 es un verdadero tesoro de tradición y simbolismo
masónicos y no tardará en llegar el momento en que se conceda a esta gran obra la
consideración que se merece.
Aunque el cristianismo hizo añicos la organización material de los Misterios de los
paganos, no pudo destruir lo que sabían sobre el poder sobrenatural. Por
consiguiente, se sabe que los Misterios de Grecia y de Egipto se perpetuaron en
secreto durante los primeros siglos de la Iglesia y, posteriormente, al envolverse en el
simbolismo del cristianismo, fueron aceptados como elementos de fe. Sir Francis
Bacon fue uno de aquellos a los que se encomendaron la perpetuación y la difusión de
los arcanos de lo superfísico que en un principio estaban en poder de los hierofantes
paganos y, para conseguir su objetivo, formuló la Fraternidad de la Rosa Cruz o fue
admitido en una organización ya existente con ese nombre y llegó a ser uno de sus
principales representantes.
Por algún motivo que escapa al no iniciado, se han hecho esfuerzos constantes y
coherentes para impedir que se desenrede la madeja baconiana. Sea cual fuere el
poder que bloquea constantemente los esfuerzos de los investigadores, es tan
infatigable ahora como lo era justo después de la muerte de Bacon y quienes tratan de
resolver el enigma siguen sintiendo el peso de su resentimiento.
Un mundo poco comprensivo siempre ha perseguido a quienes conocían el
funcionamiento secreto de la naturaleza y ha intentado por todos los medios
imaginables exterminar a los custodios de la sabiduría divina. Al final, sir Francis
Bacon perdió su prestigio político y sir Walter Raleigh tuvo un destino bochornoso,
porque su conocimiento trascendental se consideraba peligroso.