Page 743 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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«Shakespeare», sino que también aparecen en ellos ciertos errores históricos y
filosóficos, como un mismo error al citar una frase de Aristóteles.
Consciente, evidentemente, de que el futuro dejaría al descubierto toda su
genialidad, en su testamento lord Verulam encomendó su alma al Dios del cielo por las
oblaciones de su Salvador, su cuerpo para que lo enterraran de forma anónima, su
nombre y su memoria a los discursos caritativos de los hombres, a las naciones
extranjeras, a las eras sucesivas «y a sus propios compatriotas, una vez transcurrido
cierto tiempo». Bacon suprimió de su testamento el texto que aparece entre comillas,
aparentemente por temor a haber dicho demasiado.
Es evidente que, durante su vida, fueron muy pocos los que conocieron el
subterfugio de sir Francis Bacon. En consecuencia, dispersas en muchos volúmenes
escritos en el siglo XVII se encuentran pistas acerca del verdadero autor de las obras
«shakespearianas». En la página 33 (el número en clave de Bacon) de la edición de
1609 de The Treasurie or Storehouse of Similes, de Robert Cawdry, aparece la
siguiente alusión significativa: «Los hombres reirían del pobre que, vestido con las
prendas valiosas que le hubiesen prestado para actuar y representar en el escenario el
papel de un personaje honorable, las conservara como propias una vez acabada la
obra y se jactara de ellas arriba y abajo».
Las reiteradas referencias a la palabra hog (cerdo) y la presencia de alusiones
criptográficas en la página 33 de varios escritos de la época demuestran que la clave
para descifrar los enigmas de Bacon eran su propio nombre, las palabras que jugaban
con él o su equivalente numérico. Algunos ejemplos destacados son la famosa frase
de la señora Quickly en Las alegres comadres de Windsor: «“Cerdo colgado” es
Bacon (beicon) en latín, os lo aseguro»; la carátula de The Countess of Pembroke’s
Arcadia y la de Faerie Queene, de Edmund Spenser, y los símbolos que aparecen en
las obras de Alciati y Wither. Además, la palabra honorificabilitudinitatibus, que
aparece en el quinto acto de Trabajos de amor perdidos, es una signatura rosacruz,
como demuestra su equivalente numérico: 287.