Page 1968 - JULIO
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En un suave soplido veraniego o en el rocío de cada madrugada tuya te
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envío besos y abrazos, mensajes cargados de muchos sentimientos
mientras entre cartas y poemas vamos afianzando un amor que gusta,
porque todo lo grande, todo lo bueno y todo lo mejor siempre está
reservado para el final.
El tiempo se ha presentado extraño, casi gris, pero yo sé cuál es la causa, y
es la que me lleva a estar ausente de ti, de tus letras, de tus palabras que
para mí son el bálsamo que necesito para suavizar esta distancia.
Siempre que te escribo te digo que no todos los días son iguales, hay días
en los que te extraño tanto que abrazo mi almohada que es mi confidente,
esa que recoge mis lágrimas, esa a la que le puedo hablar de ti, susurrar tu
nombre y abrazarte como si aquí estuvieses tú.
Me doy cuenta cielo mío que lo único que necesito en la vida eres tú, tu
voz, tus palabras, tus caricias... esas que hacen que mis días tengan sentido.
Y aunque el día se presente así, yo lo cambio por uno más colorido, donde
estamos tú y yo, donde los «te cielo» no paran de decirse, y es que el
amor es así, no tiene medidas, sólo sabe expresarse y nada más.
Eres todo para mí, mi principio, mi final no puedo imaginar una vida lejos
de ti, porque estás aquí pegado en mis huesos, en mi sangre.
Eres mi amor.
Eres el amor escrito en papel viejo con tinta indeleble, esa que no lo borra
ni con el tiempo, eres mi boca cuando digo que te cielo, eres mi corazón
cuando te digo que te extraño, eres mi cuerpo cuando te sueño y casi
puedo tocarte con sólo decir tú nombre.
Sé que un día me levantaré y lo único que haré será cerrarte entre mis
brazos, besar tus dulces labios, esos que siempre me dicen «te cielo», y yo
sólo te miraré perdiéndome en tus ojos...
La luna quedará apagada ante el brillo de nuestro amor, todo se detendrá,
las estaciones pasarán, y yo seguiré abrazada a ti porque ya somos uno, ya
no habrá nadie que pueda impedir este romance que tenemos hoy los dos.