Page 67 - Alejandro Casona
P. 67

Hasta mañana, hija. (La abraza. Isabel la acompaña hasta la puerta.)

                  BALBOA.—(A Mauricio.)
                  Si tienes costumbre de leer antes de dormir ya sabes dónde está la
                  biblioteca. ¿Quieres algún libro?

                  MAURICIO.
                  ¡Un tratado de arquitectura y un atlas del Canadá!

                  ABUELA.
                  ¿Vamos, Fernando? Mañana, la balada irlandesa, ¿eh? Y a ver si sois
                  capaces de soñar algo mejor que vosotros mismos.  (Sale con el
                  abuelo riendo feliz y repitiendo  el estribillo. Al quedarse solos,
                  Mauricio resopla desabrochándose el cuello. Isabel se deja caer
                  agotada en un sillón.)



                                                   ISABEL y MAURICIO

                  MAURICIO.
                  Vaya, por fin salimos del paso.

                  ISABEL.
                  Ojalá terminara todo aquí. Yo no he sentido una angustia más grande
                  en mi vida; es como esos equilibristas que andan descalzos entre
                  cuchillos.

                  MAURICIO.
                  Realmente la señora es peligrosa. ¡Tiene una memoria inexorable!

                  ISABEL.
                  Son años y años de no pensar en otra cosa. ¿Qué sería de esa pobre
                  mujer si de pronto descubriera la verdad?

                  MAURICIO.
                  De nosotros depende. Nos hemos metido en este callejón y ya es
                  tarde para volverse atrás.

                  ISABEL.
                  ¿Y mañana esta farsa otra vez? ¿Y hasta cuándo?

                  MAURICIO.
                  Solamente unos días. Después, un falso cable llamándonos
                  urgentemente, y ahí queda el recuerdo para siempre.

                  ISABEL.
   62   63   64   65   66   67   68   69   70   71   72