Page 63 - Alejandro Casona
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¡El trabajo que me dio a mí aquello!
MAURICIO.—(Inquieto.)
¿También has estudiado arquitectura?
ABUELA.
No entendía una palabra, pero era una manera de acompañarte
desde lejos, cuando los exámenes. ¿Querrás creer que todavía
recuerdo algunas fórmulas? "La cúpula esférica, suspendida entre
cuatro triángulos curvos, debe tener el diámetro igual a la diagonal
del cuadrado del plano." Qué ¿por qué me miras con esa cara? ¿No es
así?
MAURICIO.—(Al Abuelo.)
¿Es así?
BALBOA.—(Ríe nervioso.)
¡Qué bromista! y me lo pregunta a mí. ¿Otra copita, Mauricio?
MAURICIO.
¡Un vaso, por favor!
ABUELA.
¡Bien dicho! A mí también.
BALBOA.
Tú no; que se te suba a la cabeza tu nieto, pase, pero con este vino
casero, cuidado.
ABUELA.—(Graciosamente alegre, sin perder dignidad.)
La última de verdad, Fernando, Fernandito, Fernanditito... un dedito
así no más... así, así, así... (Poniéndolo vertical poco a poco. Al ver lo
que le sirve.) ¡Tacaño!
MAURICIO.
De manera que la cúpula esférica suspendida entre cuatro triángulos
curvos... ¡Eres formidable, abuela!
ABUELA.
Y si un día estudiaras medicina, yo venga microbios. Y si estudiaras
astronomía, yo con un gorro de punta y un telescopio así. Pero no; tu
oficio es el mejor de todos; los hombres, a hacer casas; las mujeres,
a llenarlas... (Levanta su copa.) ¡Y viva la arquitectura civil!
ISABEL.
Vamos abuela; han sido demasiados nervios, y hay que descansar.