Page 89 - Cartas a Jóvenes Enamorados (1987)
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¿Andarán dos juntos si no estan de acuerdo?               85


               tal, en el temor de Dios, que cumplirla y por ello deshonrar a tu
               Hacedor.
                    Hay en el mundo cristiano una indiferencia asombrosa y alar-
               mante para con las enseñanzas de la Palabra de Dios acerca del
               casamiento de los cristianos con los incrédulos. Muchos que pro-
               fesan amar y temer a Dios prefieren seguir su propia inclinación

               antes que aceptar el consejo de la sabiduría infinita. En un asunto
               que afecta vitalmente a la felicidad y el bienestar de ambas partes,
               para este mundo y el venidero, la razón, el juicio, y el temor de Dios
               son puestos de lado, y se deja que dominen el impulso ciego y la
               determinación obstinada.

                    Hombres y mujeres que en otros aspectos son sensatos y con-
               cienzudos, cierran sus oídos al consejo; son sordos a las súplicas y
               ruegos de amigos y parientes, y de los siervos de Dios. La expresión
               de cautela o amonestación es considerada como entrometimiento
               impertinente, y el amigo que es bastante fiel como para hacer una
               reprensión es tratado como enemigo.                                             [88]

                    Todo esto está de acuerdo con el deseo de Satanás. El teje sus
               ensalmos en derredor del alma, y ésta queda hechizada, infatuada.
               La razón deja caer las riendas del dominio propio sobre el cuello de
               la concupiscencia, las pasiones no santificadas predominan, hasta
               que demasiado tarde, la víctima se despierta para vivir una vida de

               desdicha y servidumbre. Este no es un cuadro imaginario, sino un
               relato de hechos ocurridos. Dios no sanciona las uniones que ha
               prohibido expresamente.
                    Durante años he estado recibiendo cartas de distintas personas
               que formaron matrimonios infelices, y las historias repugnantes que
               me fueron presentadas bastan para hacer doler el corazón. No es

               ciertamente fácil decidir qué consejo se puede dar a estas personas
               desdichadas, ni cómo se podría aliviar su condición; pero por lo
               menos, su triste suerte debe servir de advertencia para otros.
                    Tú estás bajo la más sagrada obligación de no empequeñecer o
               comprometer tu santa fe vinculándote con los enemigos de Dios.

                    Si te sientes tentada a despreciar las recomendaciones de su
               Palabra porque otros lo han hecho, recuerda que también tu ejemplo
               ejercerá influencia. Otros harán como tú haces, y de esta manera se
               extenderá el mal.
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