Page 86 - Cartas a Jóvenes Enamorados (1987)
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               me seréis hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso”. 2 Corintios
        [84]   6:16-18.
                    El Señor ha prohibido expresamente a su pueblo unirse en ma-
               trimonio con los incrédulos. Dios sabe lo que es mejor para los
               intereses eternos y para el bien presente del alma. Te advierto que
               te apartes de este terreno prohibido.

                    Podría contarte acerca de diferentes casos que el Señor me mos-
               tró en Europa, de personas que cometieron un error similar al que tú
               estás cometiendo ahora; la miserable realidad que están experimen-
               tando por haberse unido a compañeros incrédulos, obstaculizados
               en todo lo que tiene que ver con el avance espiritual, a pesar de las

               solemnes promesas que se les hicieron de que de ninguna manera se
               les pondrían obstáculos en sus privilegios religiosos. ¿De qué valen
               esas promesas? ¡Las promesas más solemnes quebrantadas! ¿Có-
               mo podría ser de otra forma cuando los dos sirven bajo generales
               distintos, cada uno de ellos en mortal oposición al otro? ¿Dónde,
               entonces, está la dulce armonía?

                    Rosa, observa bien tus pasos; no escuches promesas, cree so-
               lamente la Palabra de Dios que te hará sabia para la salvación.
               No confíes en tu propio corazón porque el corazón es engañoso
               por sobre todas las cosas y desesperadamente malo. Amo tu alma
               porque eres la adquisición de la sangre de Jesucristo. El ha pagado

               un gran precio por tu redención y no te perteneces para disponer de
               ti misma como se te ocurra. Debes dar estrecha cuenta en el juicio
               de cómo has utilizado las facultades que te dio Dios.
                    Estas cosas requieren de ti seria reflexión y acción decidida en
               armonía con las clarísimas direcciones establecidas en la Palabra
               de Dios. Ahora estás siendo tentada. Es tu tiempo de prueba. ¿Re-

               sistirás al enemigo? ¿O te colocarás en una posición tal que ejerza
               su poder sobre ti?
                    Es cuestión de vida o muerte para ti El Señor te ayude a ver
               cada trampa de Satanás a fin de evitarlas, y que te aferres de Jesús
               con corazón, alma, mente y fuerza.


                                                                          Ellen G. White



                                                                            Carta 1, 1887.
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