Page 83 - Cartas a Jóvenes Enamorados (1987)
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¿Andarán dos juntos si no estan de acuerdo?




                    Me han sido mostrados los casos de algunos que profesan creer
               la verdad y han cometido el gran error de casarse con personas in-
               crédulas. Tenían la esperanza de que el cónyuge incrédulo aceptaría
               la verdad, pero éste después de alcanzar su objeto se halla más lejos
               de la verdad que antes. Y luego empiezan los trabajos sutiles, los

               esfuerzos continuos del enemigo para apartar al creyente de la fe.
                    Muchos están perdiendo ahora su interés y confianza en la verdad
               porque se han relacionado íntimamente con la incredulidad. Respiran
               una atmósfera de duda y descreimiento. Ven y oyen a la incredulidad,
               y finalmente la aprecian. Algunos tienen el valor de resistir a estas

               influencias, pero en muchos casos su fe queda imperceptiblemente
               minada y finalmente destruida...
                    Satanás sabe muy bien que la hora del casamiento de muchos
               jóvenes de ambos sexos cierra la historia de su experiencia religiosa
               y de su utilidad. Quedan perdidos para Cristo. Tal vez hagan durante
               un tiempo un esfuerzo para vivir una vida cristiana; pero todas sus

               luchas se estrellan contra una constante influencia en la dirección
               opuesta. Hubo un tiempo en que era para ellos un privilegio y un
               gozo hablar de su fe y esperanza; pero luego llegan a no tener
               deseos de mencionar el asunto, sabiendo que la persona a la cual han
               ligado su destino no se interesa en ello. Como resultado, la fe en la

               preciosa verdad muere en el corazón, y Satanás teje insidiosamente
               en derredor de ellos una tela de escepticismo...                                [81]
                    El cónyuge creyente razona que, dada su nueva relación, debe
               conceder algo al compañero que ha elegido. Asiste a diversiones so-
               ciales y mundanas. Al principio lo hace de mala gana; pero el interés
               por la verdad disminuye, y la fe se trueca en duda e incredulidad...

                    ¿Qué debe hacer todo creyente cuando se encuentra en esa peno-
               sa situación que prueba la integridad de los principios religiosos?
               Con firmeza digna de imitación debe decir francamente: “Soy cris-
               tiano a conciencia. Creo que el séptimo día de la semana es el día de
               reposo bíblico. Nuestra fe y principios son tales que van en direc-


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