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De  la  Astrología  tuvieron  alguna  más  práctica  que  de  la  Filosofía  na•
           tura!,  porque  tuvieron  más  iniciativas  que  les  despertaron  a  la  especulación
           de  ella,  como  fue  el  Sol  y la  Luna  y el  movimiento  vario  del  planeta  Venus,
           que  unas  veces  1a  venía  ir delante del  Sol  y otras  en  pos  de él.  Por  el  seme-
           jante  veían  la  Luna  crecer  y  menguar,  ya  perdida  de  vista  en  la  conjunción,
           a  la  cual  llaman  muerte  de  la  Luna,  porque  no  la  veían  en  los  tres  días  de
           ella.  También el Sol  los  incitaba a  que  mirasen  en  él,  que  unos  tiempos se  les
           apartaba  y  otros  se  les  allegaba;  que  unos  días  eran  mayores  que  las  noches
           y  otros  menores  y  otros  iguales,  las  cuales  cosas  los  movieron  a  mirar  en
           ellos,  y  las  miraron  tan  materialmente  que  no  pasaron  de  la  vista.
               Admirábanse  de  los  efectos,  pero  no  procuraban  buscar  las  causas,  y
           así  no  trataron  si  había  muchos  cielos  o  no  más  de  uno,  ni  imaginaron  que
           había  más  de  uno.  No  supieron  de  qué  se  causaba  el  crecer  y  menguar  de
           la  Luna  ni  los  movimientos  de  los  demás  planetas,  ya  apresurados,  ya  es-
           paciosos,  ni  tuvieron  cuenta  más  de  con  los  tres  planetas  nombrados,  por  el
           grandor,  resplandor  y  hermosura  de  ellos;  no  miraron  en  los  otros  cuatro
           planetas.  De  los  signos  no  hubo  imaginación,  y  menos  de  sus  influencias.
           Al  Sol  llamaron  lnti,  a  la  Luna  Quilla  y  al  lucero  Venus  Chasca,  que  es  cri-
           nita  o  crespa,  por  sus  muchos  rayos.  Miraron  en  las  siete  cabrillas  por  ver-
           las  tan  juntas  y  por  la  diferencia  que hay  de  ellas  a  las  otras  estrellas,  que
           les  causaba  admiración,  mas  no  por  otro  respecto.  Y  no  miraron  en  más
           estrellas  porque,  no  teniendo  necesidad  forzosa,  no  sabían  a  qué  propósito
           mirar  en  ellas,  ni  tuvieron  más  nombres  de  estrellas  en  particular  que  los
           dos  que  hemos  dicho.  En  común  las  llamaron  c6illur,  que  quiere  decir
           estrella.






                                      CAPITULO  XXII

               ALCANZARON  LA  CUENTA  DEL  Al'IO  Y  LOS  SOLSTICIOS
                                    Y  EQUINOCCIOS


           M     AS  CON  TODA  su  rusticidad,  alcanzaron  los  Incas  que  el  movimiento
                  del  Sol  se  acababa  en  un  año,  al  cual  llamaron  huata:  es  nombre  y
           quiere  decir  año,  y  la  misma  dicción,  sin  mudar  pronunciación  ni  acento,
           en  otra  significación  es  verbo  y  significa  atar.  La  gente  común  contaba  los
           años  por  las  cosechas.  Alcanzaron  también  los  solsticios  del  verano  y  del
           invierno, los  cuales  dejaron escritos  con  señales  grandes  y  notorias,  que  fue-
           ron  ocho  torres  que 1abrarori  al  oriente  y  otras  ocho  al  poniente  de  la  ciu-
           dad  del  Cuzco,  puestas  de  cuatro  en  cuatro,  dos  pequeñas  de  a  tres  estados

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