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y gobierno estimados. Mas como sin saber nada de esto entramos por la
espada sin oírles ni entenderles, no nos parece que merecen reputación las
cosas de los indios, sino como de caza habida en el monte y traída para
nuestro servicio y antojo. Los hombres más curiosos y sabios que han pene-
trado y alcanzado sus secretos, su estilo y gobierno antiguo, muy de otra
suerte lo juzgan, maravillándose que hubiese tanta orden y razón entre
ellos", etc.
Hasta aquí es del Padre Maestro Joseph de Acosta, cuya autoridad,
pues es tan grande, valdrá para todo lo que hasta aquf hemos dicho y ade-
lante diremos de los Incas, de sus leyes y gobierno y habilidad, que una de
ellas fue que supieron componer en prosa, también como en verso, fábulas
breves y compendiosas por vía de poesía, para encerrar en ellas doctrina
moral o para guardar alguna tradición de su idolatría o de los hechos famo-
sos de sus Reyes o de otros grandes varones, muchas de las cuales quieren
los españoles que no sean fábulas, sino historias verdaderas, porque tienen
alguna semejanza de verdad. De otras muchas hacen burla, por parecerles
que son mentiras mal compuestas, porque no entienden la alegoría de ellas.
Otras muchas hubo torpfsimas, como algunas que hemos referido. Quizá en
el discurso de la historia se nos ofrecerán algunas de las buenas que decla-
remos.
CAPITULO XXVIII
LOS POCOS INSTRUMENTOS QUE LOS INDIOS ALCANZARON
PARA SUS OFICIOS
Y A QUE hemos dicho la habilidad y ciencias que los filósofos y poetas de
aquella gentilidad alcanzaron, será bien digamos la inhabilidad que los
oficiales mecánicos tuvieron en sus oficios, para que se vea con cuánta mi-
seria y falta de las cosas necesarias vivían aquellas gentes. Y comenzando
de los plateros, decimos que, con haber tanto número de ellos y con trabajar
perpetuamente en su oficio, no supieron hacer yunque de hierro ni de otro
metal: debió de ser porque no supieron sacar el hierro, aunque tuvieron
minas de él; en el lenguaje llaman al hierro quíllay. Servíanse para yunque
de unas piedras durísimas, de color entre verde y amarillo; aplanaban y
alisaban unas con otras; teníanlas en gran estima porque eran muy raras.
No supieron hacer martillos con cabo de palo; labraban con unos instrumen-
tos que hacen de cobre y latón, mezclado uno con otro; son de forma de
dado, las esquinas muertas; unos son grandes, cuanto pueden abarcar con
la mano para los golpes mayores; otros hay medianos y otros chicos y otros
perlongados, para martillar en cóncavo; si traen aquellos sus martillos en la
mano para golpear con ellos como si fueran guijarros. No supieron hacer
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