Page 10 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
P. 10
X PRESENTACION
dencia republicana, civil, de las ciudades griegas y, lo mismo que más tarde bajo
los romanos, la superestructura absorbente de un estado multinacional. Las con
quistas cívicas de la democracia griega quedaron soterradas largos siglos en la
historia, esperando a que surgiesen las fuerzas sociales llamadas a sacarlas de
nuevo a la luz, con un sentido más profundo y en una sociedad sin esclavos, por
lo menos en lo legal.
En su estudio del ejército persa y en la evaluación de sus efectivos, Droysen
se atiene a las cifras tradicionales, admitidas en su tiempo con carácter general.
Investigaciones posteriores, sobre todo las de Eduardo Meyer y las de Hans
Delbrück en su Historia de la Estrategia, han rectificado notablemente, en este
punto, los datos de la historiografía anterior. Hoy sabemos que el imperio persa,
que no conoció el servicio militar obligatorio, como los griegos y macedonios y
los estados modernos, jamás dispuso de un ejército de un millón de hombres.
Los más recientes biógrafos de Alejandro, como Wilcken, se inclinan a creer que
las fuerzas desplegadas por el imperio persa en sus batallas cbntra el conquistador
no debieron de ser considerablemente superiores a las de éste, ni fueron desde
luego tan desmedidamente grandes como Droysen las pinta. La leyenda del ejér
cito de millones de los persas es una legendaria tradición popular muy antigua
entre los griegos y recogida ya por Herodoto. Los historiadores tradicionales de
Alejandro se apoyan en ella, y otro tanto hace Droysen, para magnificar román
ticamente las proezas del Macedonio. Es cierto que entre la población del imperio
persa y la de los pueblos que forman la liga helénica capitaneada por Alejandro
mediaba una desproporción enorme, tal vez de diez a uno. Pero no así en cuanto
a los efectivos militares de los dos contendientes.
Terminada su gran Historia del Helenismo, Droysen se consagró de lleno a
la historia de Prusia y fué uno de los más destacados representantes de la llamada
escuela histórica prusiana. En sus brillantes conferencias sobre las Guerras de
independencia nacional contra Napoleón, el biógrafo de Alejandro exalta las
ideas de libertad y nacionalidad. Después de publicar una extensa biografía del
general York, uno de los caudillos de aquellas guerras de liberación, se entrega a
la gran obra —grande, al menos, por sus proporciones: catorce volúmenes—
que remata su vida de historiador: la Historia de la política prusiana. En ella es
ya, como tantos otros historiadores y escritores alemanes de su tiempo, el servidor
ideológico de los intereses de Prusia y de la dinastía de los Hohenzollern en la
obra de la unificación de Alemania.
La historia ha sido piadosa y a la vez justa con este historiador al llevarlo
a la fama de la mano de su primer libro. Libro de juventud, de idealismo y de
pasión, que sigue siendo hoy, como cuando se escribiera, por encima de todas las
rectificaciones de detalle, la gran obra sobre Alejandro Magno y su época.
W e n c e s l a o R o c e s