Page 144 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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138 MARCHA A TRAVES DE LICIA
dos: Tolomeo, hijo de Seleuco, uno de los oficiales de la guardia del rey; Coino,
yerno del viejo Parmenión, y Meleagro, ambos estrategas de la falange; los tres
recibieron órdenes de volver al Asia trayendo, con los que partían en uso de\ li
cencia, la mayor cantidad posible de tropas frescas, para reunirse en la primavera
con el gran ejército en Gordión. Ya podemos imaginarnos la alegría con que los
interesados recibieron aquella licencia, el júbilo con que serían acogidos al llegar
a sus casas y el interés y el entusiasmo con que se les escucharía cuando narrasen
sus hazañas y hablasen de su rey, del botín y de las hermosas tierras del Asia;
parecía como si el Asia y Macedonia empezasen a ser ya países extraños y remo
tos el uno para el otro.
MARCHA A TRAVÉS DE LICIA , PA N FILIA Y PISIDIA
Con las tropas móviles que habían permanecido en el Asia (menos los mi
llares de hombres destinados a las diversas guarniciones) formó Alejandro dos co
lumnas expedicionarias; la más pequeña de las dos, al mando de Parmenión, for
mada por la caballería macedonia y tesaliense, las tropas de los aliados y el tren
de los carros y las máquinas, se dirigió por Trales hacia Sardes para pasar el
invierno en las llanuras de la Lidia y trasladarse a Gordión en cuanto comenzase
la primavera; la mayor de las dos columnas, formadas por los hipaspistas, los regi
mientos de la falange, los agríanos, los arqueros y los tracios, se puso en marcha
al mando del propio Alejandro para atravesar y ocupar las costas y los territorios
interiores del Asia Menor.
Los expedicionarios, después de pasar por la plaza fronteriza fortificada de
Hiparna, cuya guarnición, formada por mercenarios griegos, entregó la ciudadela
a cambio de que la dejasen retirarse en libertad, entraron en territorio de Licia.
Licia había sido incorporada al imperio persa en tiempo de Ciro, pero no sólo
había conservado su constitución federativa, sino que, además, había recobrado
muy pronto su independencia con la única obligación de pagar un tributo a Susa,
hasta que el sátrapa de la Caria, como más arriba hemos dicho, incorporó también
a sus dominios esta demarcación. En los últimos años, el rey de los persas había
adjudicado a la Licia la región montañosa de Milias, situada en la frontera con
Frigia. En Licia no había guarnición persa; Alejandro no tropezó con ningún
obstáculo para la ocupación de esta provincia, rica en ciudades y con excelentes
puertos de mar. Rindiéronse a los macedonios, sin lucha, Telmisos y, más allá del
río Jantos, Pinara, Jantos Patara y cerca de treinta pequeñas localidades situadas
en ia Licia superior; luego, Alejandro ■—era ya a mediados del invierno— se re
montó hasta las fuentes del Jantos, en la región de Milias; allí recibió a una em
bajada de los faselitas que, siguiendo la costumbre helénica, le ofrendaron una
corona de honor, de oro, y a los embajadores de varias ciudades de la Licia inferior
que iban a ofrecerle, al igual que aquéllos, la paz y su amistad. A los faselitas
—de su ciudad, Faselis, era el poeta Teódectes, amigo suyo, que había muerto
hacía poco en Atenas y cuyo padre vivía aún— les prometió que visitaría dentro