Page 167 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
P. 167
BATALLA DE ISOS 161
para evitar que la línea de combate se viese rodeada por aquel lado. En el ala
derecha colocó e hizo avanzar a la diestra de la caballería macedónica a las ilas
de los sarissóforos, mandados por Protomajo, a los peonios, al mando de Aristón,
y a los arqueros, con Antíoco a la cabeza. Contra los cardacos que ocupaban las
alturas de la derecha desplegó, con los agríanos, mandados por Atalo, una parte
de los arqueros y algunos jinetes, un segundo frente que formaba ángulo recto con
la línea de combate.
A medida que los macedonios iban acercándose al río, dábanse más clara
cuenta de la gran extensión de las líneas enemigas, que sobresalían considerable
mente del ala derecha de su propio ejército; Alejandro consideró necesario hacer
que dos de las ilas macedonias, la de Peroidas y la de Pantordano, se deslizasen
detrás del frente hacia la extrema ala derecha; ya podía colocar en la línea de
combate, en vez de aquellos escuadrones, a los agríanos, los arqueros y los jinetes
del cuerpo lateral, pues un violento ataque descargado por ellos sobre el ene
migo de enfrente había hecho que éste se dispersase y se viese obligado^ a re
fugiarse en las alturas, con lo cual aquellos trescientos hetairos podían conside
rarse suficientes para mantenerlos alejados y asegurar por este lado Jos
movimientos de la línea de combate.
Con este despliegue de fuerzas, que fué operándose sin prisas y con pequeñas
pausas para que las tropas descansasen, Alejandro no sólo había conseguido em
pujar bastante hacia un lado a aquel cuerpo de flanco del enemigo que avanzaba
sobre su derecha, sino que, al mismo tiempo, había logrado, con los movimien
tos de las tropas ligeras de a pie y de a caballo, que su línea sobresaliese sobre el
ala izquierda del enemigo para que pudiese cubrir el golpe que pensaba descargar
con los hetairos y tener entretenida a la punta de lanza de la izquierda del ene
migo hasta que él se hubiese lanzado contra el centro de su línea, teniendo a la
izquierda a los hipaspistas y a su espalda, inmediatamente detrás de él, a las pri
meras falanges. Una vez roto el centro del enemigo, confiaba en poder abordar
y destruir, con sus ilas en el flanco y sus hipaspistas en el frente, el ala derecha de
los persas, la cual, con los mercenarios helenos y las masas de caballería, presenta
ba una decidida superioridad sobre el ala de Parmenión. Podía prever que su
primera embestida tendría un éxito tanto más decisivo cuanto que el gran rey
no se encontraba con la caballería, del ala derecha, que habría podido descargar
el golpe principal, sino en el centro de la línea defensiva, que, aunque parapetado
detrás de las orillas escarpadas del río y de las defensas artificiales, no parecía
capaz de resistir una acometida fuerte.
Alejandro hizo que su línea avanzase lentamente, para poder arremeter
contra el enemigo con el mayor orden y formando una masa lo más compacta
posible. Cabalgaba a lo largo del frente, hablaba a los distintos destacamentos,
gritaba a este o el otro de sus jefes, llamándoles por su nombre y recordando todas
las hazañas que ya tenían en su haber; por todas partes se veía aclamado jubilosa
mente por las tropas, que le incitaban a no esperar más, a iniciar sin demora el
ataque. Cuando ya toda la línea, en formación cerrada, se hallaba a tiro de arco