Page 172 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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166 LA CARTA-MANIFIESTO
amistad y alianza, sino que, lejos de ello, había venido al Asia con su ejército,
para desencadenar sobre los persas muchas y tremendas desgracias; por eso él,
el gran rey, no había tenido más remedio que reunir a sus pueblos y dirigirlos
contra el invasor; y como la suerte del combate le había sido adversa, él, el rey,
íe pedía a quien también lo era que le devolviese a su madre, su mujer y sus
hijos, prisioneros de guerra suyos; se ofrecía a sellar con él la amistad y una
alianza y le invitaba a hacer acompañar a los portadores de aquel mensaje,
Menico y Arsimas, a su vuelta, de representantes suyos con plenos poderes para
dar y recibir las garantías necesarias.
A esta carta y a las manifestaciones y ofrecimientos verbales de los embaja
dores del gran rey contestó Alejandro con un mensaje que entregó a su emba
jador Tresipo, enviado con aquéllos a la corte de Darío, ordenándole hacerlo
llegar a su destino sin comprometerse con ninguna otra declaración ni negocia
ción de palabra. El mensaje de Alejandro dice así:
“Vuestros antepasados fueron a Macedonia y al resto de la Hélade y, sin
que los helenos diesen el menor motivo para ello, acarrearon sobre nosotros una
serie de infortunios. Yo, nombrado como general en jefe de los helenos y dis
puesto a hacer pagar a los persas lo que habían hecho con nosotros, he venido
al Asia después que vosotros habíais roto las hostilidades. Pues vosotros ayu-
dásteis a los perintios, que habían injuriado a mi padre, y Ojos envió fuerzas
armadas a la Tracia, que se halla bajo nuestro poder; mi padre fué asesinado
por conspiradores que, como vosotros mismos habéis dicho en cartas dirigidas a
todo el mundo, obedecían a vuestras instigaciones; tú mismo, en unión de Bagoas,
asesinaste al rey Arses y te apoderaste del trono persa ilegítimamente, no con
arreglo a las tradiciones y usos de los persas, sino mediante la violación de sus
derechos más sagrados; has hecho llegar a los helenos acerca de mí cartas que
no tenían nada de amistosas para incitarlos a la guerra contra mí; has enviado
a los espartanos y a algunos otros griegos dinero que, aunque ningún otro estado
quiso aceptar, sí fué aceptado por los lacedemonios; finalmente, has querido
seducir a mis amigos por medio de tus agentes y perturbar la paz dada por mí
a los helenos. Por todas estas razones me he puesto en guerra contra ti, después
que tú mismo habías roto las hostilidades. Vencedor en justa lucha, primero
contra tus generales y sátrapas y ahora contra ti y el ejército por ti mandado, soy
por la gracia de los dioses inmortales dueño del país que llamas tuyo. Velo por
todos aquellos que, habiendo luchado junto a ti, no han caído en combate, y
se han puesto bajo mí tutela y protección; ninguno está conmigo mal de su
grado, sino que se colocan de buena gana y voluntariamente bajo mis órdenes.
Y puesto que soy dueño y señor del Asia, te pido que también tú vengas con
migo; si crees tener motivos para temer que te trate mal, envía a algunos de
tus nobles para recibir las prendas necesarias. Cuando estés junto a mí, podrás
pedirme que te devuelva a tu madre, a tu esposa y a tus hijos, en la seguridad
de que en mí habrás de encontrar oído atento a esa súplica y a cualesquiera otras
que quieras hacerme. Y para lo sucesivo, si te diriges de nuevo a mí, debes