Page 155 - Los siete sabios de Grecia, en sus siete veneradas sentencias
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    naturífl en todo^ , aunque le poseían
    advertidos, le desechaban con la fá-
    cil persuasión del amor proprio, ol-
    vidándose de lo mismo que cono-
    cian  , que aun es mayor delito, que
    no conocerse. Por eso acceptaban
    sin vergüenza los Altares  , que  sin
    eüa  Íes otVecia  el Senado^ persua-
    diendose cieg.imente,  á que teman
    la Deidad dentro del pechoj^-y  los
                              '
    retlex'os en el semblante.
       Qnalquiera que lograre pruden-
    te el proprio conocimiento, se con*
    tendrá en la justa modestia, que es
    su preciso  efeclo. No nacen todos
    para los sumos honores;     asi,
                             y       el
    proprio conocimiento es el que de-
    ba regular la justificación de los as«
    censos. Algunas.scmillas quieren
                                     la
    cumbre,  y otras apetecen el llano,
    c invertidos los terrenos,  se esteri-
    lizan. Muchos tienen capacidad pa*
    ra las Dignidades medianas,
                                y colo-
    cados en las sublimes , se haccp n-
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