Page 156 - Los siete sabios de Grecia, en sus siete veneradas sentencias
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                       diculos;  y esto es, porque nocon«^
                       templan  el proprio conocimiento^
                       tanteándose las fuerzas para  el ma-
                       nejo de los cargos.                ^
                          El que ceñido a una prudente
                       modestia , se conociere á sí mismo,
                       se contentará con aquello, que
                                                        le
                       pareciere condigno á su talento; por-
                       que  el honor se debe medir por  el
                       proprio mérito^ y   este siempre se
                       ha de regular por  el proprio cono*
                      cimiento.
                          Los  celestes prodigios de Eze-
                      quiel tenían cien ojos , como Argos;
                      pero escondidos debajo de las plu-
                      mas  , y vueltos á lo intei^ior, para
                      .contemplarse intimamente a  sí mis-
                      moa. Quien tubiere los ojos fixados
                      a su interior, no ppdrá jamás errar
                      en este tan preciso conocimiento,
                          Sócrates  llegó a  la perfección
                      de las virtudes, y  al mas glorioso
                      triunfo del común aplauso, con so-
                      lo reprimir su natural vicioso, que
                                                     le
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