Page 173 - Egipto Tomo 1
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158 MEMPHIS. LAS PIRAMIDES
polis. Por nuestra parte arreglaremos las cosas de manera que podamos estudiar la ciudad
de los vivos antes de poner la planta en la ciudad de los muertos, y como ni por razón
de tiempo ni por cuestión de conveniencia debemos proceder de este modo ó del de más
allá, al tren que atraviesa el territorio de Memphis preferiremos un barco del Nilo, y por
él conducidos aportaremos á las playas de Bedrashein, populosa aldea habitada por los
felahes. Los frondosos palmares que la rodean son indudablemente los más bellos de todo
el Egipto. ¡Cómo no, si sus raíces se hunden en el suelo sobre el cual, durante millares
de años ha existido una de las ciudades más populosas del mundo!
Galopar sobre el arrecife que cruza esta llanura, constituye un placer por demás
agradable; pues al paso que la sombra proyectada por las cimas de las palmeras mitiga
los ardores del sol, los efectos de luz que entre sus troncos pueden disfrutarse, quitan
al paisaje cuanto se pueda parecer á monotonía. Y cuenta que los árboles innúmeros que
tales bosques constituyen, semejantes á esbeltas columnas terminadas por gallardo penacho,
cortadas dijérase por un mismo patrón, distan mucho de ofrecer las individuales diferencias
de nuestras hayas y de nuestras encinas.
En el pequeño puerto de Bedrashein vense grandes montones de fajos de palmas, arran-
cadas á las cimas de los troncos; siendo espectáculo por demás curioso el que ofrecen los
felahes trepando ligeros por los escuetos y elevados tallos con el objeto de cortar palmas,
machear las flores ó cosechar el dulcísimo fruto de los pingües racimos de dátiles.
Detrás de las palmeras distínguense verdes campos perfectamente cultivados. Desde
lo alto del monton de ruinas más importante que se alza en la llanura, domínase en toda
su extensión el vasto espacio sobre el cual existió en otros tiempos la célebre ciudad de
las pirámides. A un lado se distinguen las humildes moradas que forman la aldea árabe
de Mit-Rahineh ; al sud la alquería de un acaudalado armenio ; al sudeste lo más importante
que queda de la antigua ciudad; más hácia el Norte, restos de sus templos magníficos;
más hácia el Sud, el derribado coloso de Ramses II. En una cabaña cercana á ella, con-
sérvame los fragmentos más preciados entre los que descubrió M. Mariette en el sitio sobre
el cual existió la antigua Memphis. Dirigiendo al Norte la mirada sólo se distinguen
palmares y tierras labrantías: con virtiéndola al Oeste, el ojo, que después de haber salvado
el límite que traza la cultivada llanura, pugna por abarcar completa la extensión del paisaje
hasta el último confin del horizonte, siéntese retenido por el panorama más seductor que
se pueda imaginar. La montaña de calcárea amarillenta, cuya suave ladera desprovista
de ramificaciones, desnuda de vegetación, de menguada altura para que merezca el título
de imponente, de perfil harto monótono para que pueda decirse que es agradable, cierra
la llanura cual muro inmenso cuya extensión se contara por millas; vese coronada hasta
donde puede alcanzar la vista de pirámides semejantes á pintorescas cúpulas ó abruptos
ventisqueros, que parecen surgidas del suelo con los peñascos donde asientan, y destinadas
á subsistir lo que estos duren y permanezcan.
Si, como todo parece indicarlo, el palacio de los reyes y la ciudadela de Memphis