Page 174 - Egipto Tomo 1
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MEMPHIS. LAS PIRAMIDES 159
estuvieron situados en la cima de la loma en que nos encontramos, con exposición al
poniente, es justo convenir en que no pudo imaginarse mejor emplazamiento. Ya hizo
notar el mismo Lepsius que era este tal vez el único sitio desde el cual se dominaba la
ciudad en toda su extensión, y que por tanto desde él podían los regios constructores
seguir paso á paso los progresos de sus respectivas pirámides: hasta el grupo más sep-
tentrional ó sea el de Abu-Roasch, podía desde él distinguirse perfectamente antes de que
se le convirtiera en ruinas. En la actualidad sólo se divisan sobre el horizonte, por la parte
del septentrión, las grandes pirámides, que llevan el nombre de pirámides de Gizeh, de
la aldea que cerca de ellas se levanta, y después de éstas, más al Sud, los grupos de
Zawijet el Arjan y de Abusir: hácia la derecha y á muy corta distancia, la orgullosa
pirámide escalonada de Sahara con sus mal trechas hermanas, y algo mas al Sud el grupo
de pirámides de Daschur, pertenecientes á la especie que se conoce con el nombre de
Pirámides truncadas. Las situadas más al mediodía, que no pueden columbrarse desde
la colina en que nos hallamos, rigurosamente hablando, no pertenecen á la necrópolis
de Memphis; pero aún así, no baja de ochenta el
número de estos sorprendentes mausoleos que se ven
en estos lugares. De las catacumbas con fachadas más
ó ménos ricamente dispuestas, que practicadas en las
vertientes de la montaña, ha sepultado la arena, no
hay que hablar: su número es inmenso; pues este
cementerio, el mayor de los conocidos, si en él debe
comprenderse la pirámide de Medum, mide una ex- FACHADA DE SEPULCROS
tensión de setenta tres kilómetros : base segura para formarse idea aproximada de
y
la grandeza de la antigua Memphis y de la duración de su existencia, verdaderamente
excepcional.
Según la tradición fundóla Alenes, el primero de los reyes de Egipto: su nombre Men
significa en egipcio lugar hermoso, siendo de notar que el Faraón, con el propósito de
procurarse lugar apropiado para llevar á efecto la construcción de los edificios principales,
desvió el rio, abriendo un nuevo cauce que corriendo entre la montaña líbica v la arábiga.
dividía la llanura en dos partes iguales. Así se lo refirieron á Herodoto los sacerdotes
egipcios al realizar éste su viaje en el año 454 antes de nuestra era, según nos refiere
el propio historiador. Los diques de Alenes estaban cuidadosamente vigilados por los
gobernadores persas, que anualmente disponían la práctica de las reparaciones necesarias.
En cuanto el suelo alcanzó el grado de endurecimiento indispensable, se hubieron
y
practicado las operaciones conducentes á la rectificación de los ribazos del Xilo, Alenes
elevó un templo al dios Ptah, que durante los largos siglos en que subsistió la ciudad fué
el alma de ella, si así podemos expresarnos, santuario que engrandecieron v exornaron
á porfía los faraones todos hasta la época de los emperadores romanos.
A la cabeza de las divinidades egipcias, siendo la primera y más antigua de ellas.