Page 179 - Egipto Tomo 1
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164 MEMPHIS. LAS PIRAMIDES
en tanto no fueron dueños de la Fortificación Blanca , cuyo barrio militar, que completa-
tamente la rodeaba, hallábase muy poblado.
Memphis no era sólo una de las ciudades más populosas del antiguo mundo , sino también
una de las más extensas: para formarse idea de su capacidad, basta decir que aún en los
tiempos de su decadencia, era indispensable una marcha de media jornada para atravesarla
de Norte á Sud. Golpe inmenso recibió sin embargo el dia en que el hijo de Filipo puso
la primera piedra para el establecimiento de la ciudad de Alejandría, que, como sabemos
debia constituir, andando el tiempo, un nuevo centro establecido en el Egipto inferior, al
cual debían afluir las corrientes por las cuales circulaba la vida toda del país. Posteriormente
puede decirse que recibió el golpe de gracia de manos del islamismo, que dueño absoluto
del valle del Niio por la fuerza de las armas, vio á sus jefes abandonar las residencias de
Alejandría y de Memphis, para establecerse en la ciudad que edificaran á la orilla opuesta
del rio, en las cercanías del castillo romano de Babilonia, con el nombre de Fostat, de
la cual andando los tiempos había de resultar el Cairo, ciudad que había de concluir con
la escasa importancia á que se redujera la que tuvo un dia la de las pirámides, reduciéndola
á mera ruina, pero ruina de grandeza singular. Siete siglos escasos van corridos desde
que la visitó el sabio é infatigable Abd-al—Latif de Bagdad, y por lo que de ella dejó escrito
podemos formarnos idea de lo que vio el viajero árabe. «No obstante la desmesurada
»extension de la ciudad, dice, y la antigüedad remotísima á que su fundación se remonta;
» no obstante las diversas vicisitudes por que ha pasado bajo la influencia de los diferentes
variados
» pueblos que le han hecho sentir su pesado yugo; no obstante los múltiples y
» esfuerzos que para anonadarla se han hecho, y que se han encaminado á borrar hasta
»sus más ligeros vestigios, y destruir sus más pequeñas señales, para lo cual no se ha
»omitido nada absolutamente, pues se han trasladado á otros lugares las piedras y los
» materiales de que estaba construida, se han devastado sus edificios más importantes, y
»se han mutilado v hecho trozos las estatuas que eran su más preciado ornamento, no
» obstante lo que ha de haber auxiliado á tantos elementos de destrucción el largo transcurso
»de más de cuatro mil años, sus ruinas ofrecen todavía al admirado ojo del espectador
» maravillas sin cuento que confunden la inteligencia, y que en vano pretendería describir
»el hombre dotado de mejor voluntad. Cuanto más se la contempla, mayor es la admiración
»que produce, siendo cada nueva mirada que á la vasta ruina se dirige, motivo de nueva
»y singular admiración.»
Por nuestra parte no podemos enumerar uno por uno los monumentos que excitaron
entusiasmo de Abd-al-Latif , por lo mismo que muchos de ellos hace largos
la sorpresa y
años que dejaron de ser, tales como los leones que pudo contemplar levantados aún frente
á frente, y que sin duda alguna serian esfinges: el extraordinario número de mutilados
colosos, entre los cuales debe contarse la estatua de Ramses II de que dejamos hecha
las ruinas y restos de murallas que literalmente cubrían todo el suelo. Que
mención, y
mucho si con posterioridad á los tiempos en que Abd-al-Latif hizo su viaje, apenas si hubo