Page 183 - Egipto Tomo 1
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MEMPHI3. LAS PIRAMIDES          169
              componen habría para levantar una pared que cerrara todas las fronteras de  la nación
              francesa. Disparando con una pistola de buen alcance desde  la cima de  la pirámide, en
              sentido horizontal,  la bala cae en el centro de una de sus caras. Estas y otras indicaciones
              de  la propia naturaleza van únicamente encaminadas á que  los que no han  visitado  el
              Egipto puedan formarse una idea de las dimensiones de esta construcción gigantesca: para
              el que contempla la cima desde el suelo arenoso sobre el cual se levanta, no son menester
              estas ni otras explicaciones-
                Apeémonos frente por frente del lado Norte de la pirámide de Cheops. En el triángulo
                                                    de sombra que perfectamente
                                                    dibujado se proyecta sobre el
                                                    suelo,  vense algunos grupos
                                                    de mujeres que venden na-
                                                    ranjas y otros comestibles, y
                                                    arrieros que están allí con sus
                                                    jumentillos, en tanto que los
                                                    viajeros descansan  de  vuelta
                                                    de su fatigosa ascensión. Por
                                                    nuestra  parte no  la hemos
                                                    emprendido aún; pero difícil-
                                                    mente, áun cuando quisiéra-
                                                    mos. lograríamos sustraernos
                                                    á ello, asustados ante la idea
                                                    del cansancio  ; pues desde  el
                                                    instante en que hemos echa-
                                                    do  pié  á  tierra nos hemos
                                                    visto rodeados de gentes  de
                                                    rostro atezado, nervudas  y
                                                    cubiertas  de  harapos que á
                                                    porfía nos brindan sus servi-
                                                    cios.  Llámanse  con  orgullo
                                                    «Beduinos;» pero la verdad es
                             BEDUINO Y FELAH        que nada más tienen de co-
              mún con  los orgullosos hijos del desierto que los defectos. Sea como quiera es no sólo
              conveniente sino necesario aceptar sus servicios, por más que sea imposible extraviarse
              desde el punto y hora en que se ha emprendido la ascensión.
                Ésta comienza por el lugar en el cual la caida de las piedras que rellanaban el espacio
              comprendido entre una y  otra grada ha dejado al descubierto  el núcleo ó armazón de  la
              pirámide. En la misma cima permaneceremos sobre una escalera de piedra pulimentada;
              mas las gradas son desiguales y  siempre de gran altura, habiéndolas que la tienen igual á
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