Page 230 - Egipto Tomo 1
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MEMPHIS. LAS PIRAMIDES
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escenas, Dumichen, muéstrase muy enojado contra el anciano funcionario que consiente
que sus perros asistan á semejante concierto, y añade que en su concepto más debió gozar
con el obligado acompañamiento de sus compañeros de caza, que con la pieza de música que
á su presencia se ejecutaba.
No siempre es posible
guardar en estas tumbas la
debida circunspección : tal es
el regocijo que respiran todas
todas esas
esas figuras y
escenas, que no parece sino
que se puso especial empeño
en corresponder al deseo ex-
presamente manifestado por
el difunto, de no acordarse de los suyos como no fuera con verdadera alegría. Aquí un
batelero se dirige á ciertas gentes pesadas, diciéndoles: «Sois unos monos»: allí se ve á un
pastor que conduce un rebaño de cabras á un campo sobre el cual acababa de ser echada
la semilla, mostrándoles un capazo lleno de forraje, y
diciéndoles: «De esta suerte se hace amable el trabajo»: un
remero empeñado en una regata que se está efectuando
en presencia de Ti, le dice á su adversario: «Cuidado si
» eres vivo de genio»: encima de unos asnos que van
corriendo se lee: «A los diligentes, halagos; á los perezosos,
» garrotazos; con que á correr»: junto á unos segadores: «La hoz está pronta, poi
» consiguiente no dejeis pasar la coyuntura.» A las espigas se les dice: «Maduras estáis,»
también: «Ahora si que estáis granadas». Se degüella un buey, y al paso que uno de los.
y
matarifes en son de reprensión le dice á su compañero: «Despacio,» contéstale el aludido:
«Más que voy!...» — En otra escena á
esta parecida, vese á un hombre que
levanta la pierna de un buey degollado, y
tocando con sus dedos la boca de uno de
sus camaradas le dice: «Cata su sangre;»
á lo cual contesta el otro: «Buena está.»
Nada más encantador que las ban-
dadas de palomas: los egipcios se servían
ya de ellas como mensajeras, y al pre-
sente se las encuentra hasta en las más miserables chozas de lo=> felahea.
Entre las escenas de caza las hay extraordinariamente ridiculas ó grotescas; pero que
aún así no impiden al artista que se acuerde de la muerte ; pues son muchos los cuadros
en que se reproduce el cortejo fúnebre de un magnate, en el cual abien la marcha la^