Page 415 - Egipto Tomo 1
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EL CAIRO                   331
              creyóse con derecho para maltratar á los infieles y saquear las iglesias y sinagogas, de suerte
              que para poner término á tales desmanes fué indispensable la intervención de los príncipes
              cristianos.
                 Durante su postrer reinado, consagróse Xasir  al embellecimiento  del Cairo  con un
               entusiasmo y largueza que rayaba en locura y prodigalidad. Dícese que sólo en construc-
               ciones invertía 8,000 dinares al dia, debiendo advertirse que dicha cantidad no se empleaba
              en pagar salarios, sino en la manutención de los obreros, pues los operarios procedían  del
              pueblo, que venia á ello obligado en virtud de la prestación personal, y del contingente de
              esclavos enviados por los emires, para
              que trabajaran en calidad de albañiles
              y peones. Los arquitectos sirios de que
               se  servia,  atendían  al sostenimiento
               de sus  trabajadores. Un  canal que
               antes había existido y á cuva repara-
                           «J  «j  1
               cion atendió con preferencia, permi-
              tióle convertir en magníficos jardines
              vastas extensiones del árido desierto:
              mandó elevar suntuosísimos palacios
              para sí, sus hijos y sus mujeres; y sus
              emires, movidos por el ejemplo, edi-
              ficaron magníficas quintas y casas de
              recreo, que á la vuelta de breve tiem-
              po convirtieron en amenísimo jardín
              los alrededores de la ciudad. De su
              tiempo datan aún más de treinta mez-
              quitas y numerosos baños, sepulcros
              y sitios de refugio, y los gobernadores
              de las provincias siguieron su ejemplo
              con tal celo y  entusiasmo, que el de
                                                  ENTRE CASAS ANTIGUAS
              Damasco mandó  derribar no  pocas
              casas viejas, con el objeto de ensanchar las calles de la ciudad, embelleciéndolas con nuevas
              v elegantes construcciones.
                Xasir tenia verdadera pasión por los caballos, y á este efecto sostenía entre los beduinos
              diferentes empleados, que no tenían más obligación que la de adquirir los ejemplares más
              perfectos: ningún precio le parecía bastante para pagar un buen corcel,  y, según se dice,
              llegó á satisfacer hasta un millón por un caballo de bellísima estampa. Fueron tan cuantiosas
              las sumas que en esto invirtió, que llegaron á influir en que se corrompieran no poco las
              sencillas costumbres de aquellas gentes. Tomaba parte personalmente en las carreras  , y
              poma gran empeño en que sus caballos resultaran “sencedores.
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