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EL CAIRO 333
La benevolencia que dispensó á los sabios de su tiempo iué tanta que elevó al historiador
^ Abu'l Feda á la dignidad de sultán de Hama. confiriéndole además todos los honores y
prerogativas que á él mismo le correspondían: cierto que Abu'l Feda se alababa de descen-
der del hermano mayor de Saladino. Perdonó muchos actos infames al hijo de Kazmini en
gracia al aprecio que el padre le merecía. Desgraciadamente este príncipe, que tenia tan
levantados pensamientos y que se entregaba en cuerpo y alma á los ejercicios más violentos,
abandonábase con más frecuencia aún á pasatiempos insignificantes. Gustábale estar
constantemente rodeado de esclavos de los dos sexos procedentes de todos los países, y para
descansar de ocupaciones por demás fatigosas, celebraba brillantes fiestas en las cuales se
CARRERA DE CABALLOS (STEEPLE-CHASE)
entregaba á toda suerte de excesos. Su agonía fué larga y dolorosa: después de muerto
fueron contados los que se mantuvieron fieles á su memoria, y este hombre, que tan amante
fuera de la pompa y de la ostentación y que tanto se había distinguido por sus relevantes
prendas, apenas tuvo quien acompañara su cuerpo al ser conducido al sepulcro. Fué sepul-
tado en la tumba de su padre Kalaun.
Les emires habían jurado permanecer fieles á la casa de éste, áun cuando no quedara
de ella más representante que < una hija ciega;» mas en cuanto Xasir cerró los ojos, se
apoderaron de su trono y obligaron á los califas, — que tenían encerrados en la ciudadela,
como instrumentos dóciles para sus fines, — que se prestaran á los manejos de la consa-
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