Page 478 - Egipto Tomo 1
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396 EL CAIRO
mezquita funeraria de Hosh el Bastía, de la familia de los vireyes, en la cual se encuentra el
bellísimo sarcófago de Ibrahim—Bajá, padre del Jetife Ismaií , junto al cual se recita el Coran
de la mañana á la noche.
Atribúyense virtudes muy singulares al sepulcro del imán Ibn-Sad, apellidado el Padre
de los milagros, el cual, según parece, hócelos más portentosos aún, después de muerto,
que cuando gozaba de vida. Refiere la leyenda que un hombre á quien perseguían sus
acreedores, refugióse en cierta ocasión en el sepulcro de este oueli, pidiéndole ardientemente
que le librara del peligro en que se veia, y que después de haber permanecido durante mucho
tiempo ante la tumba del santón , absorto por el fervor y el pesar, vino á quedarse dormido,
en cuyo estado apareciósele aquél diciéndole: «No temas, buen hombre, cuando despiertes
» apodérate de lo que encontrarás encima de mi sepulcro.» El pobre diablo, oyendo tales
palabras, abrió los ojos y con gran sorpresa vio encima de la tumba un pajarraco que estaba
recitando el Coran según las siete lecciones: apoderóse de él, exhibiólo en las calles de la
ciudad, y la fama de su saber alcanzó tal renombre, que hasta el mismo gobernador quiso
verlo y lo compró á su propietario pagándoselo tan espléndidamente, que no sólo pudo satis-
facer á sus acreedores, sino que le quedó lo suficiente para vivir con holgura durante el resto
de su existencia. En cambio el gobernador no pudo regocijarse durante mucho tiempo con su
nueva adquisición; puesto que aquella misma noche el imán se le apareció en sueños
diciéndole: «Te participo que mi espíritu se halla enjaulado en tu casa.» En cuanto
amaneció, quiso el gobernador contemplar á su sabio prisionero alado; pero éste habia
tomado las de Villadiego: era el imán que para sacar de pena al afligido devoto, habia tomado
la forma de pájaro.
También son dignas de mención las tumbas de los Sadat al-Bekrijeh, es decir, de los
superiores de las órdenes de los derviches egipcios, que descienden en línea recta del califa
Abu-Bekr; cuya dignidad ha gozado hasta nuestros dias la más elevada consideración, y el
que la disfruta, extraordinaria importancia en las fiestas populares y religiosas. Dichas
tumbas se encuentran también en este sitio. En cuanto al posesor de esta dignidad, más
elevada que importante, es un rico propietario de maneras distinguidas, que con amabilidad
exquisita, enseña á los extranjeros que le visitan su hermosa y venerable habitación, acaso
entre las antiguas que existen en el Cairo, la que lleva más profundamente impreso el sello
de otros tiempos, y su selecta biblioteca, riquísima en curiosidades bibliográficas. Y no se
limitan á las expresadas sus obsequiosas atenciones ; pues por lo común se toma la pena de
acompañar a los extranjeros distinguidos que le visitan al sepulcro de sus antepasados,
donde existe su árbol genealógico , que se remonta á la época de la conquista de Egipto por
los musulmanes.
La tumba que excita mayor respeto y veneración es la del jeque Ornar Ibn el-Farid, el
autor de la Canción del vino, ese cantar de los cantares del amor místico de Dios á los
musulmanes. Es éste un poema alegórico en el cual lo que se celebra no es en manera
alguna el jugo real de la vid y su acción, sino el éxtasis del creyente embriagado en el amor