Page 78 - Egipto Tomo 1
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ALEJANDRIA MODERNA o i
cerca de Fum— el-Mahmudije con
el brazo de Roseta. Doscientos cincuenta mil felahes
si bien es digna de compasión la
concurrieron a la realización de semejante empresa, y
muerte de esos desgraciados, que por falta de alimento y exceso de fatiga murieron á miles,
no cabe desconocer la importancia de la obra por ellos realizada, ni olvidar que con la misma
se alcanzó el fin apetecido, consistente en que penetraran de nuevo en el puerto de Alejandría
las producciones de Egipto
; en que desapareciera la aridez del suelo , y en que tuvieran sus
habitantes el más importante de todos los medios de subsistencia.
Recorriendo al presente las orillas del canal, parece imposible que hayan transcurrido
apenas cincuenta anos desde que se dio el primer golpe de piqueta. En las colinas situadas
á corta distancia de las orillas, en que atracan unos al lado de otros numerosos botes
egipcios, levántanse erguidas sombrosas pal-
meras; y en las cercanías de la ciudad, en el
sitio en que al lado de los barcos achatados carac-
terísticos de aquella comarca, se ven fondeadas
las lujosas dahabijes en que realizan los poten-
tados sus viajes de recreo, barcazas llenas de
mercancías y remolcadores de vapor; distínguense
magníficos palacios, y lindísimas y numerosas
quintas, la mayor parte rodeadas de jardines, en
los cuales crecen y florecen las plantas de todas
las zonas.
Las pingües riquezas proporcionadas por este
canal á la ciudad, un tiempo poderosa y más
tarde punto menos que reducida á la indigencia,
todavía se aprecian mejor cuando saliendo á las
primeras horas de la tarde por la puerta de
Roseta, se marcha á lo largo de sus orillas.
RIEGO DE LAS GALLES
El viernes y el domingo especialmente, dias
de descanso para los árabes y para los cristianos respectivamente, pulula por las calles
regadas por jornaleros negros, y á pesar de esto siempre polvorientas, un gentío inmenso,
ávido de diversiones, entre el cual se distinguen arrogantes jinetes y lujosos carruajes.
En tales dias v en semejantes horas los atajados cocheros piden, y lo que es más obtienen,
triple alquiler que el fijado en la tarifa para los
por sus lindos coches de plaza, doble y
demás, v los sais ó andarines, descalzos, pero arreados con sus más lujosos trajes,
marchan corriendo ante los trenes de los millonarios, sin parar y sin fatigarse, aun
cuando los fogosos troncos marchen al galope detrás de ellos. Las damas y los caballeros
que ocupan los carruajes, visten á la europea, del mismo modo que los pedestres; pero el
tarbux árabe más comunmente conocido con el nombre de fez, que consiste en un casquete
rojo adornado con una larga borla negra, hace la competencia al sombrerito de fieltro.
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