Page 96 - Egipto Tomo 1
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              los ejércitos árabes á  los cuales siguió en sus expediciones al Occidente. La historia de
              los tiempos modernos, demuestra  la facilidad con que se naturaliza en las comarcas que
              reúnen  las condiciones  indispensables para su  existencia;  siendo testimonio  de  ello  lo
              acontecido  con  los  tártaros, que habiendo  emigrado con sus camellos á  la Dobrutka,
              después de  la guerra de Crimea, aclimatáronse tan fácilmente dichos animales en  el país
              en que penetraban por vez  primera  que M.  de Kremer ha  visto en  Galatz  carretas
                                      ,
              tártaras atravesar el Danubio sobre  el hielo, arrastradas por los camellos.
                En  Egipto  el  giboso  cuadrúpedo  se  emplea como  acémila,  como animal  de  tiro
              y para dar vueltas  á. la noria;  el beduino
              se sirve de él en sus cacerías; el peregrino
              atraviesa  sobre  su  lomo  las  solitarias
             llanuras del desierto; y  el generoso bruto
             proporciona  al dueño que de  él se sirve,
             leche abundante con que nutrirse, y co-
             pioso  pelo con  que puede labrar  tejidos
             bastos y suaves que  le sirven luego para
             confeccionar sus vestiduras.
               Muchas veces encontraremos  el came-
             llo en  nuestro camino  durante  nuestras
             excursiones  entonces  será  ocasión
                     ,  y
             oportuna para ocuparnos de nuevo en  él.
             Digamos pues  ahora  solamente, que  en
             Alejandría  se  le  utiliza de todos modos:
             que cerca de Ramlek al este de la ciudad,
             en cuyo punto  se levanta un palacio de
             verano  propiedad  del  Jetife,  al  cual
                                 y
             se trasladaban los alejandrinos durante los
             meses más calurosos  á  fin  de  respirar
                           ,
             las  brisas  del Mediterráneo,  acampan
             periódicamente  ciertas tribus de beduinos
             que. después de esquilar allí sus camellos,  BORDADORA DE SEDA
             venden el precioso lanaje á los mercaderes
             y á los tejedores de las cercanías, que de las variadas industrias á que en otros tiempos se
             dedicaron, no han conservado más que el arte de bordar con sutiles y delicados filamentos.
               En tiempo de los Califas su  habilidad en  esto había alcanzado  la mayor perfección;
             explicándonos  semejante  hecho  el que  los  príncipes  europeos  se  proporcionaran  en
             Oriente las prendas más ricas de sus vestiduras. El manto que el César romano germánico
             usaba el dia de su coronación,  el cual puede contemplarse todavía en el tesoro de Yiena.
             había sido labrado por obreros árabes, que no olvidaron bordar en  él  el  tiraz-  conjunto
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