Page 92 - Egipto Tomo 1
P. 92

;,




                                      ALEJANDRIA MODERNA
                  72
                                                       soñoliento los hace á primera
                 das por el Nilo superior; y  si bien su aspecto repugnante y
                 vista poco recomendables,  es justo  confesar que se distinguen por su prudencia y honra-
                 dez, y  que desempeñan á maravilla el régimen y  dirección de  la casa cuyo cuidado se les
                 confia. Apenas  si se encuentran en las  calles  de Alejandría; pero en cambio, y según
                 veremos, abundan mucho en  el Cairo.
                                               Si por acaso imagina el viajero hallarse en
                                             Oriente, en cuanto da unos pasos  sale de su
                                             ilusión;  pues  cuanto  le  rodea  le  recuerda
                                             á Europa, y  esto á  tal extremo, que antes de
                                             mucho  la  vida  occidental habrá  borrado  en
                                             Alejandría hasta  los últimos  vestigios de  la
                                             vida oriental. Cuando esto se realice; cuando
                                             se hayan derrumbado hasta los últimos restos
                                             del postrero de sus alminares,  quedarán  sin
                                             embargo dos objetos que recuerden su origen:
                                             uno perteneciente al reino vegetal  ,  la palmera
                                             otro al reino animal,  el camello.
                                               Imposible es pensar en Egipto sin recordar
                                             al propio tiempo sus palmeras, esos hermosos
                                             árboles que, cual robustas v  al par elegante»
                                             columnas, elévanse majestuosamente coronadas
                                                      cimbreantes palmas, que como
                                             de gallardas y
                                             techo protector dispensan á lo lejos su sombra
                                             bienhechora, comunican  valor á  la  fertilidad
                                                      rompen agradablemente  la  fati-
                                             del  suelo, y
                                             gosa monotonía  del  desierto. ¡Cuan grato e»
                           COSECHA DE DÁTILES             su sombra!  Su  gracioso
                                             reposar  debajo  de
                 penacho se mece blandamente acariciado por  la más débil brisa,  al pié de »u»  ti unco. -
                 m  los  sitios  en  que  crecen agrupadas formando  encantadores  bosquecillos  ,  juguetea
                 la  luz con  las sombras en cambiantes á  cual más  caprichosos. Do quieia  ha  peno
                 trado  el Islam  allí  le ha seguido  la palmera: y  es que  el mismo Piofeta lo ha dicho.
                                                                  del pedie & o»o
                 ;< Honrad la palmera, puesto que es para vosotros lo que una tia materna, y  cual má»
                 » suelo  del  desierto ha hecho  brotar una  fuente  abundante  de  done»  á
                 » preciado! L>
                   Los Mahometanos  la veneran como don  inestimable que  Dios, en  »u misuicoidin
                   Según se echa de ver por esta expresión de Mahoma, la tia materna, naturalmente  la mas joven, es entre los arab  q
                  I                                                C
                 eta (tieta) para los catalanes; siendo más de notar aún que esta misma palabra teta se empleara  ace  - a ™ dS  empleada
                                                                 sta
                 n el mismo sentido por los jonios, según puede verse en  la Riada, !V, 412. ¿Quién habta de imaginar que e  J^VZmara
                 n  el catalan vulgar, que no tiene equivalente que sepamos en  el castellano,  ni en otra lengua a 0 una
                 iarte del repertorio clasico-homérico?— (N. delT.)
   87   88   89   90   91   92   93   94   95   96   97