Page 9 - Schwarz, Dieter La francmasoneria
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sus realizaciones deben ser anotadas en el haber de la Francmasonería. Esta hábil
mistificación ha empujado a más de un connacional ingenuo hacia la Francmasoneria,
mientras que muchos adversarios de las logias procedieron a atacar como francmasones,
lo mismo que a sus obras, a los eminentes alemanes que alguna vez pertenecieron a una
logia, presentándolos como inaceptables para la conciencia nacional y para la Nación
alemana, sin examinar el contexto polítido-cultural de aquel tiempo.
Una Alemania unificada, que hubiera asignado a esas personalidades sus funciones
comunitarlas, no existía entonces. Muchos de los numerosos príncipes de la madre
patria desgarrada, eran todo menos arquetipos nacionales. Las iglesias se hallaban en
total paralización. Su dogma impedía todo libre vuelo de los pensamientos. (3). Los
primeros en liberarse de esta opresión mortificante para cualquier investigación creían
que una segunda era de humanismo universalista había despuntado.
Este universalismo, cuyo exclusivo fundamento es el interés científico, no tiene nada
que ver con el internacionalismo de la Francmasonería. Ciertos hombres, especialmente
los investigadores se sentían unidos por todos aquellos que del otro lado de la frontera
tuvieran idénticos propósitos con respecto a la liberación del dogma de las iglesias y
estuvieran cansados de las controversias confesionales. Al mismo tiempo se combatía -
por ignorancia en este campo- la concepción monárquica y absolutista. (Schiller no fue
nunca francmasón y a pesar de ello, pasó por la misma evolución).
Ya una vez en el cristianismo se malentendió totalmente -y se deformó- el ideal
auténticamente humanista de la Antigüedad. Ahora vemos a la Francmasonería
adueñarse de este concepto, transformándolo en una ideología que reniega de pueblos y
de razas, en craso antagonismo a las concepciones del mundo antiguo rigurosamente
fieles a la sangre. En las manifestaciones prograrnáticas de la Francmasonería, en
cuanto éstas fueron formuladas, este antagonismo se hizo menos evidente. Por ende, a
no pocos espíritus esclarecidos de aquel tiempo, la Francmasonería se les aparecía como
la ejemplar asociación de los mejores.
De este modo, Federico el Grande, Goethe, Herder, Klopstock, Fichte, Lessing y
muchos otros ingresan en los templos de las logias. Las elevadas creaciones que las
logias ensalzan en la actualidad como el bien más valioso de la Francmasonería, no
tienen nada que ver con la Francmasonería. Lo que estos hombres alemanes del siglo
XVIII entendían cómo Francmasonería no correspondía en absoluto a la naturaleza y a
las metas reales de la misma. Precisamente aquellos hombres que la Francmasonería
nombra como testigos principales de sus grandes ideales, se percataron, de ello
rápidamente y abandonaron la secta.
Federico el Grande no participó ya de ningún trabajo en la logia desde el primer año de
su reinado, en 1740. Todo lo contrario, se han conservado expresiones suyas de épocas
posteriores en las cuales asume una posición tajante en contra de diversos objetivos de
las logias, admitiendo solamente a las logias como simples uniones burguesas de
sociabilidad (véase carta del año 1779 contra la manía de títulos de los francmasones).
Por su parte, Lessing y Fichte abandonaron disgustados sus logias. los hermanos
Stolberg se retiraron también y Herder -quien en 1766 había ingresado en Riga en una
logia- no se dio a conocer nunca en Weimar como francmasón. Lo que el Manual
General de la Francmasonería escribe sobre él, es válido para todos los alemanes
eminentes de su tiempo. "En cuanto al sentido, fundamentos y propósitos de la Liga, se
había formado su propia idea que alguna vez quiso divulgar"
Tampoco Goethe ha sido el entusiasmado "hermano", como se gusta siempre
presentarlo. Esto lo deben admitir hasta el citado Manual los "hermanos" Lennhoff-
Posner. Cierto es que en 1782 es promovido al grado de maestre y admitido a la Orden
interna, sin embargo, en cuanto a su participación. en trabajos de logia no se conocen
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