Page 124 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Su sepulcro en la Salihia 113
Ella me contestó: "Tenetur ad ablutionem." Maravilláronse los presentes de lo
que oían. Aquel mismo año me separé de esta hija, dejándola con su madre, la
cual, con mi permiso, se ausentó de casa para ir a hacer la peregrinación. Yo
me fui al Irac entretanto, con el propósito de reunirme luego con mi famiiia
en la Meca. Al llegar al punto convenido, salí en busca de mi familia, acompa-
ñado de una turba de gentes que formaban la caravana de los peregrinos de
Siria. Mi hija iba mamando de los pechos de su madre; pero así que me vió,
dijo: "¡Madre! ¡Ese que viene es mi padre!" Miró la madre y me vió venir des-
de lejos, mientras la niña repetía: "¡Ese es mi padre, ese es mi padre!" Enton-
ces, su tío materno me llamó y yo me dirigí hacia mi familia. Así que la niña
me vió, se puso a reír, y precipitándose a mis brazos, comenzó a decirme: "¡Pa-
pita, papita!"
La veneración que se le tuvo en vida, fué en aumento después de
su muerte. Hízose de Abenarabi un taumaturgo semiprofeta, y muy
pronto la tradición apasionada de sus discípulos forjó leyendas mil
que han pasado a todas sus biografías (1).
Los sultanes otomanos fomentaron, siglos después, esta venera-
ción al sufí murciano, a cuya intercesión atribuían todos sus triunfos
contra los cristianos y principalmente la toma de Constantinopla, que
creían había sido profetizada por Abenarabi. Selim Jan, o sea Se-
lim II, hijo de Solimán el Magnífico (986= 1579), mandó construir
en su honor una mezquita y sobre su tumba un gran colegio (madra-
za), otorgando cuantiosos legados píos para su sostenimiento (2).
Un famoso literato y sufí, de origen español, Almacarí, atestigua su
existencia a principios del siglo xvn de nuestra era.
"Yo visité su sepulcro varias veces para atraer sobre mí sus bendiciones y
poder ver las luces celestiales que sobre su tumba resplandecen. El que se pro-
ponga juzgar con equidad, no encontrará manera de negar los fenómenos mís-
ticos que junto a su tumba experimentan las almas. Mi visita acaeció, en los
meses de xaabán, ramadán y primeros de xagual del año 1037 (1627 de J. C.)."
A mediados del siglo xix, todavía el culto a su memo;'a se con-
(1) Xadsarat adsáhab, 815.
(2) Cfr. Al-raudat al-ganá fi Dimasca al-faihá (Beyrut, 1879), pág. 137.
Item Al-Makkari, Analectes, I, 579.
(3) Analectes, loe. cit.
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