Page 9 - Ominosus: una recopilación lovecraftiana
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Derleth,  y  otro  en  el  que  los  autores  buscan  recrear  un  sentido  de  lo

               lovecraftiano  que  no  alude  a  ninguna  criatura  de  los  mitos.  Mucho  se  ha
               acusado  a  Derleth  de  desvirtuar  el  sentido  de  la  obra  y  de  la  filosofía  de
               Lovecraft al inventarse dioses que se oponían al nihilismo de su cosmogonía,
               pero  el  problema  de  Derleth  (un  escritor  aficionado  a  los  pastiches  que

               también  se  dedicó  a  escribir  historias  de  Sherlock  Holmes  cambiándole  el
               nombre  al  protagonista  por  el  de  Solar  Pons),  más  que  «desvirtuar»  o
               «inventar», fue el de erigirse en el único intérprete válido de Lovecraft y en
               usar  su  nombre  para  hacerlo,  un  gesto  que  levantó  dudas  sobre  si  aquellos

               relatos de «colaboración póstuma» en los que aparece su nombre junto al de
               Lovecraft  no  habrían  sido  escritos  solo  por  Derleth  y  si  no  se  habría
               aprovechado  taimadamente  del  nombre  del  escritor  de  Providence  para
               conseguir publicar su propia obra. En cualquier caso, fueron muchos los que

               contribuyeron  al  desarrollo  del  universo  de  los  Mitos,  convirtiéndose  así
               desde el principio en un mundo colaborativo, pero ya sin esa pretensión de
               cercarlo  con  una  única  interpretación  verdadera.  De  hecho,  si  por  algo  se
               caracteriza el pastiche (o la actual fan fiction) es por contraponer visiones, y

               por  hacer  patente  que  no  cabe  la  valoración  jerárquica  de  que  una  obra
               original es siempre, por el mero hecho de haberse escrito primero, mejor, y
               mucho menos la única versión «verdadera».
                    Los  universos  literarios  fantásticos  son  territorios  virtualmente  infinitos

               que  se  empequeñecen  ante  la  curiosidad  del  lector.  Una  vez  que  el  autor
               permite marchar un texto este deja de ser suyo: aunque conserve su estatus de
               autor  no  se  le  puede  conceder  el  de  autoridad.  Eso  es  lo  que  permite  que
               cualquiera,  si  le  place,  pueda  enfrentar  a  Sherlock  con  Drácula  o,  incluso,

               convertir  al  famoso  detective  en  mujer.  Este  adaptador  se  convierte,  a  un
               tiempo,  en  autor  y  lector,  en  intérprete  y  creador.  Esos  mundos  ponen  de
               manifiesto  que  la  literatura  se  nutre  del  eterno  retorno  de  lo  diferente:
               conversaciones entre textos, cajas de resonancia, ecos.

                    La segunda forma de aproximación a la obra de Lovecraft —aquella que
               trata de capturar su visión y su tono filosófico pero desde otros enfoques y
               ambientaciones—  parece  ser  la  más  popular  hoy  en  día.  En  las  recientes
               antologías Lovecraft Unbound (editada por Ellen Datlow) y Black Wings of

               Cthulhu:  Tales  of  Lovecraftian  Horror  (editada  por  S.  T.  Joshi),  los
               antologadores  hicieron  hincapié  en  que  querían  apartarse  del  camino  del
               pastiche:  estaban  más  interesados  en  extrapolar  un  efecto,  una  visión  del
               mundo,  una  temática  que  sea  posible  englobar  dentro  de  la  explorada  por

               Lovecraft  pero  con  la  voz  y  el  estilo  propios  de  cada  autor.  S.  T.  Joshi




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