Page 47 - Popol Vuh
P. 47

El Popol Vuh                                                                                      47
                                                               27

                   He aquí los nombres de sus mujeres: [La de] la  Blanca Mansión del Mar, nombre de la
            mujer de Brujo del Envoltorio; [La de] la Mansión de los Bogavantes, nombre de la mujer de Brujo
            Nocturno; [La de] la Mansión de los Colibríes, nombre de la mujer de Guarda-Botín: [La de] la
            Mansión de los Guacamayos, nombre de la mujer de Brujo Lunar. Tales son los nombres de sus
            mujeres: éstas fueron jefes. Ellos engendraron a los hombres, a las tribus pequeñas, a las tribus
            grandes.  Ellos  fueron;  nuestro  tronco,  de  nosotros  los  hombres  quichés.  Numerosos  fueron
            también Los de las Espinas, Los del Sacrificio, quienes no fueron más que cuatro114  pero esos
            cuatro solos [fueron] nuestros padres, de nosotros los quichés. Diversos ¡son] los nombres de
            cada uno de los que ellos engendraron allá lejos, en el Este. De sus nombres vinieron [los] de los
            hombres de Tepeu115 , Oloman, Cohah116 , Quenech, Ahau, como se llamaban estos hombres
            allá lejos, en Oriente, donde ellos engendraron. Se sabe también el comienzo de los de Tam117 ,
            de los de Iloc. Juntos vinieron de allá, lejos, del Este.

                   Brujo del Envoltorio, abuelo, padre de las nueve Grandes Mansiones, de los Cavek. Brujo
            Nocturno,  abuelo,  padre  de  las  nueve  Grandes  Mansiones  de  los  Niha.  Guarda-Botín, abuelo,
            padre de las cuatro Grandes Mansiones de los Ahau-Quiché. Tres fracciones de pueblos fueron.
            No  [están]  perdidos  los  nombres  de  sus  abuelos,  sus  padres,  quienes  engendraron,  se
            desarrollaron allá lejos, en Oriente. Vinieron también los Tam, los Iloc, con las trece ramas de
            tribus, las trece Aglomeraciones, con los Rabinal, los Cackchiquel, los de Tziquinaha; después
            los Zacaha; en seguida los Lamak, Cumatz, Tuhalha, Unabaha, Los de Chumilaha, con Los de
            Quiba-ha, Los de Batenaba-ha, los Hombres de Acul, Balami-ha, los Canchahel, los Balam-Col.
            Solamente son las grandes tribus, las ramas de tribus, las que decimos: no contamos más que a
            las grandes. Muchas otras completaban [la población] en cada fracción de la ciudad; no hemos
            escrito  sus  nombres,  sino  solamente  [los  de]  las  engendradas  allá  lejos,  en  Oriente.  Muchos
            hombres fueron; en la obscuridad se multiplicaron; cuando se multiplicaron, el día, el alba, no
            habían sido dados a luz; todos juntos existían; importantes eran sus seres, sus renombres, allá
            lejos, en Oriente. No eran sostenes, nutridores, pero hacia el cielo erguían sus rostros. No sabían
            lo que habían venido a hacer tan lejos.
                   Allá existían numerosos hombres de las tinieblas, hombres del alba. Numerosos [eran] los
            rostros de los hombres, numerosos los lenguajes de los hombres; dos [solamente] sus orejas118 .
            “Hay linajes en el mundo, hay regiones, en las que no se ve el rostro de los hombres; [estos] no
            tienen casas, sino que recorren, como locos, las montañas pequeñas, las montañas grandes”,
            decíase  entonces,  ultrajando  a  los  hombres  de  aquellos  países.  Así  dijeron  ellos  allá  lejos,
            cuando vieron levantarse el sol.
                   Todos no tenían [entonces] más que una lengua; no invocaban a la madera, a la piedra; en
            ellos  subsistía  el  recuerdo  de  la  Palabra  de  Construcción,  de  Formación, de Los Espíritus del
            Cielo, de los Espíritus de la Tierra.
                   Hablaban meditando sobre lo que ocultaba el alba; preguntaban cómo ejecutar la Palabra
            de  amor,  aquellos  amantes,  aquellos  obedientes,  aquellos  respetuosos;  erguían  después  sus
            rostros hacia el cielo, pidiéndole sus hijas, sus hijos. “¡Salve, oh Constructores, oh Formadores!
            Vosotros véis, vosotros escucháis. Vosotros. No nos abandonéis, no nos dejéis, oh dioses, en el
            cielo, en la tierra, Espíritus del Cielo, Espíritus de la Tierra.
                   Dadnos  nuestra  descendencia,  nuestra  posteridad,  mientras  haya  días,  mientras  haya
            albas.  Que  la  germinación  se  haga,  que  el  alba  se  haga.  Que  numerosos  sean  los  verdes
            caminos, las verdes sendas que nos dais. Que tranquilas, muy tranquilas, estén las tribus. Que
            perfectas, muy perfectas, sean las tribus. Que perfecta sea la vida, la existencia que nos dais, oh
            Maestro Gigante [Relámpago], Huella del Relámpago, Esplendor del Relámpago. Huella del Muy


            Instituto Cultural Quetzalcoatl                                                  www.samaelgnosis.net
   42   43   44   45   46   47   48   49   50   51   52