Page 7 - MITOS GRIEGOS e historiografía antigua
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PRÓLOGO

     L     os mitos griegos han sido siempre motivo de investigación porque,
           aunque fueron concebidos casi siempre como relatos puramente litera­
           rios, encierran tal cantidad de situaciones protagonizadas por dioses y hom­
     bres (y de dioses en relación con los hombres) que admiten ser exprimidos en
     muchos sentidos tanto para comprender la mentalidad religiosa de los griegos
     como para entender muchos mecanismos de relaciones humanas, económicas
     y sociales. ¡Qué sería de nuestro conocimiento de la Grecia arcaica sin los
     poemas homéricos!
        Los dioses y los héroes viajaban, vivían, amaban, y guerreaban como hu­
     manos. Los episodios mitológicos no sólo se representaban en los teatros de
     Atenas o Epidauro; las escenas míticas también se dibujaban en vasos objetos
     de lujo y de comercio que llevaban el mundo griego por todo el Mediterráneo,
     donde mito y religión a menudo se solapan, sobre todo en el arte. Este libro
     del Dr. Sabino Perea Yébenes, que tengo el gusto de presentar, estudia, desde
     perspectivas diferentes, algunos mitos que interesan al Occidente mítico, a la
     colonización heroica de la Península Ibérica, tomando como hilo conductor,
     en dos de los capítulos, la leyenda del héroe Perseo y de la Gorgona. Este
     complejo relato, conservado por muchos mitógrafos antiguos, admite, como
     hace el autor, una fina interpretación psicológica de los personajes, que se
     mueven, al arbitrio de los dioses, como terribles e implacables guerreros a su
     servicio para conseguir bienes económicos o romper tabúes religiosos de los
     pueblos conquistados. El mito es espejo y refrendo del interés de los griegos
     que crearon esos dioses por conquistar e imperar en toda tierra mediterránea
     donde llegaran sus naves. En estos capítulos se desvelan las claves, entre otras,
     de las raíces orientales del mito de Perseo, su transformación helena en el
     contexto colonizador y su traslación progresiva al Occidente, donde se instala
     definitivamente en “las columnas de Hércules”, pues para los griegos no sola­
     mente no había más tierras que explorar más al Oeste, sino que allí, en la
     bocana del Atlántico, situaron el Haides. A la hora de repensar estos espacios
     mitológicos, resulta valiosa la aportación del autor al “rescatar^’ y estudiar en
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