Page 83 - LACORRETAEXPRESION
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marcial. Por telegrama se anuncia el cese de un ministro, la muerte de un ser querido o la

           movilización militar del reservista. Antes, a los telegramas se les añadía la palabra stop,
           como si quien hubiera de leerlos tuviera también que oírlos.

            Hoy eso ya no se lleva, pero los telegramas han caído en desuso y no precisamente por
           la leyenda de tragedia que encarnan. Tampoco por la antigualla que representa un medio

           de  comunicación  más  propio  de  Julio  Verne  y  La  vuelta  al  mundo  en  80  días.  Los
           telegramas ya no se llevan porque lo que antes era sinónimo de urgencia y de celeridad

           hoy se ha convertido en un papel que siempre llega más tarde que otros textos mandados

           por otros medios. Cuando recibimos un telegrama la vieja canción de los años 60 aflora y
           nos recuerda aquel estribillo que decía: "Ya lo sabía, ya lo sabía".

            Se nos acaba el tiempo de los telegramas de la misma manera que mueren el sifón, el
           botijo, el marco negro de las esquelas, la peseta, el tronco de regaliz, el  sidecar y las

           queridas.  El  telegrama  debería  ser  la  máxima  condensación  del  lujo  del  mensaje.  La

           dirección  general  de  la  cosa  puede  habilitar  una  oficina  telegráfica  en  la  que  sólo  se
           admitan poemas. Puestos a perder en velocidad, ganemos en profundidad y en belleza.







           Otro amor, Manuel Vicent




           En la vida ordinaria las parejas se enamoran de fuera hacia adentro. Primero se interpone

           el cuerpo y después con un poco de suerte llega el alma. Al cruzarse en cualquier parte
           esos dos seres que luego serán amantes se encuentran con un rostro, unas manos, unas

           piernas, unos ojos, con la superficie humana que está expuesta a la intemperie.
            A partir de esa atracción física la pareja se acerca, traba un conocimiento, expresa unos

           sentimientos, desvela su pasado, proyecta una felicidad común, se va introduciendo en el

           alma del otro y llega un momento en que se produce una conexión deslumbrada de ambos
           espíritus que se llama amor.
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