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habilidades escritas, es un trabajo de carácter interdisciplinario, fomenta la participación de
un gran número de alumnos y consigue fácilmente una proyección externa.
Daniel Cassany, Marta Luna, Glòria Sanz, Enseñar lengua.
Patadas a la lengua, Carlos Toro.
La televisión, con un empeño digno de mejor causa, está contribuyendo cada vez más al
deterioro del idioma. También, naturalmente, al deterioro del idioma futbolístico. En
realidad, la televisión, a causa de las características del medio, participa de un modo
subalterno en este proceso de demolición, cuyo protagonismo, también a causa de las
peculiaridades del medio, corresponde a la radio. Mientras que ésta se ve obligada a
sustituir con palabras la descripción de un juego que el oyente no ve, la televisión
simplemente apoya con ellas lo que él (tele) espectador está contemplando. Resumiendo:
en la televisión se "larga" menos y, por tanto, se atenta menos contra el idioma. Quien
menos habla, menos yerra. Flaco consuelo.
Los pecados de la radio. En su verbosidad más controlada, la televisión comete
cuantitativamente los mismos pecados que la radio, participando del tópico y el error
comunes. Dirá, por ejemplo, "punto fatídico", "agua milagrosa", "pase de la muerte", o "lleno
hasta la bandera". En este sentido, carece de originalidad, aunque, seamos justos, ha
inventado algunas cosillas. Verbigracia, el bendito verbo "buscar", nacido en Canal Plus y
extendido como la peste --sí, como la peste-- a todas las demás cadenas. Esa es una
característica muy acentuada de la tele: su capacidad de contagiarse de todo lo malo o
equivocado que la lengua genera. Basta que un locutorcete aquí o allá nos salga con
alguna palabreja, construcción intransitable o estilillo peculiar para que casi todos los