Page 33 - CUENTOS QUE CURAN
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ensordecedores, calles asfaltadas transitadas por por otros

        seres  tan  abrumados  como  yo,  venidos  de  otros  lugares
        atraídos  por  la  perspectiva  de  concretar  un  sueño  que

        nunca pudieron hacer realidad.


        Recién ahora, después de tantos años, me propuse volver a
        la  granja  para  mostrar  a  mis  hijos  el  lugar  donde  fui  tan
        feliz.  Ellos  no  estaban  muy  dispuestos  a  interrumpir  por

        algunos días su rutina diaria, sus amigos cibernéticos y las
        comodidades  de  la  casa.  Por  eso  decidí  volver  sola  a

        encontrarme con mi historia familiar.  Es cierto que el paso
        del tiempo deteriora aquello que no se cuida. También es

        verdad  que  ya  no  están  mis  abuelos  ni  mis  padres  para
        mantener el lugar limpio y prolijo. Sin embargo, en cuanto

        puse  mis  pies  en  la  entrada,    el  viejo  portón  se  abrió
        fácilmente  como  si  me  hubiera  estado  esperando  desde
        siempre.  Mientras recorría el camino hasta el arroyo, me

        pareció ver las caras risueñas de mis primos y amigos que

        me daban la bienvenida.


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