Page 58 - Abrázame Fuerte
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—¡Oh, qué mono! —suspira Ana.
        —A mí este tío no me gusta —sentencia Estela.
        —Pues es encantador —la contradice Silvia, muerta de la envidia por la cita
      que acaban de amañarle a Bea.
        —Silvia,  bonita  —le  aconseja  Estela—,  será  mejor  que  te  guardes  estos
      comentarios si no quieres meterte en más problemas.
        —Chicas,  misión  cumplida.  Me  largo.  —Ana  guarda  con  cuidado  el  iPad
      dentro de la funda.
        —Eh,  un  momento…  ¿Me  vais  a  dejar  sola  con  el  marrón?  ¿Y  qué  hago
      cuando llegue Sergio?
        —A mí, teniendo en cuenta cómo se puso Bea el otro día, me da mal rollo que
      me vea —se excusa Silvia—. Pero si se tiene que ir…, se va.
        De  pronto  aparece  un  perro  de  la  nada  y,  de  un  salto,  sube  al  banco  y
      empieza a lamer a Estela en la cara.
        —¡Ay, qué asco! ¡Fuera! —grita la chica.
        —¡Atreyu, baja de ahí! —ordena Silvia, riendo.
        Entonces, Atreyu salta encima de Silvia y le lame también la cara hasta que
      oye un silbido. Se baja del banco y sale en busca de su dueño, que se acerca.
        Estela se queda con la boca abierta. El dueño del perro es nada más y nada
      menos  que  Marcos,  el  vecino  de  Silvia,  el  chico  nuevo  del  insti,  el  rarito.
      « Demasiada casualidad. Esto empieza a ser muy extraño —piensa Estela—. Si
      es el destino, vamos a echarle una mano» .
        Estela se levanta y se dirige hacia el chico.
        —Queda claro que el perro es de lo más cariñoso… ¿Y el dueño?
        Marcos se sonroja.
        —¡Hola, guerrero! —exclama Silvia, acariciando al perro y mirando al chico
      con complicidad.
        —¿Guerrero? —pregunta Ana, extrañada.
        —¡Atreyu!  —explica  Silvia  poniéndose  en  pie—.  El  guerrero  que  salvará
      Fantasía de la Nada. ¿Verdad que sí, Atreyu?
        Parece que Atreyu la entiende, porque responde con un ladrido.
        A  las  amigas  de  Silvia  les  sorprende  la  familiaridad  de  ella  con  el  animal,
      pero  deducen  que  Marcos  y  la  chica  ya  se  han  conocido.  « Son  vecinos,  es
      normal» , piensa Ana. En cambio, Estela siente una ligera punzada de celos, pero
      como está acostumbrada a salirse con la suya y quiere conocer al chico nuevo,
      no duda ni un segundo en romper el hielo y, directamente, obligar a sus amigas a
      que la dejen sola con Marcos y su guerrero.
        —Oye, vosotras os marchabais ya, ¿no?
        Ana sonríe y se despide:
        —Sí,  nos  vemos  a  las  ocho  y  media  en  el  Piccolino,  y  hablamos  un  poco
      antes de la cita, ¿vale?
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