Page 61 - Abrázame Fuerte
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capacidad que tiene Estela para relacionarse con los chicos.
—Y también soy muy buena haciendo de Celestina. ¡Mi arco es mi labia, y
mi flecha, mi encanto! —exclama la muchacha, gesticulando como si fuese una
gran actriz.
—¿El del arco y la flecha no era Cupido? —se ríe Ana.
—Eso a Estela le da igual, ¿verdad? —dice Silvia.
—¡Pues claro! Lo importante es que tenemos una misión que cumplir y…
¡no podemos errar el tiro! Así que lo que yo haría es lo siguiente: Ana y yo nos
pasamos a por Bea y la llevamos al Piccolino. Silvia, tú espéranos en el bar.
Como llegaremos antes, podréis hacer las paces. Luego, cuando se presente
Sergio, desaparecemos del mapa, y ya. ¿Qué os parece?
—Bien, pero antes quiero dejar el iPad en casa.
—Yo también quiero pasar por casa primero, para cambiarme —añade
Silvia, quien, sin poder evitarlo, piensa en Sergio y en la necesidad de ponerse
guapa.
—Vale, pero no tenemos mucho tiempo —responde Estela. Luego se dirige a
Ana—: Te veo dentro de una hora en el portal de Bea.
Las chicas se disponen a irse cuando, de repente, Estela las detiene:
—¡Un momento! ¡Se me ha ocurrido una idea genial! ¿Por qué no vamos
ahora mismo las tres a casa de Bea?
—¿Para qué? —replica Silvia. De repente, le parece que la ropa que lleva le
queda horrible, y por nada del mundo querría que Sergio la viera así. ¡Necesita
arreglarse! Pero claro, eso no es algo que pueda contarles a las demás.
—Podríamos ir a buscar a Bea y salir a dar un paseo que acabe, como por
casualidad, en el Piccolino. Ya sabéis, para que la cosa sea natural y no se note
mucho.
La chica intenta convencer a sus amigas. Ana duda, aunque reconoce que
Estela siempre tiene buenas ideas, y que no falla nunca cuando improvisa. Sí,
siempre le da un toque especial a la situación que hace que sea mágica. Podría
ser divertido. Y lo de devolverle el iPad a su padre… Ya encontrará la manera de
hacerlo a la vuelta. Se conoce los hábitos de su padre como la palma de su mano:
cuando llega a casa los viernes, se pone el chándal y se tira en el sofá a ver la
televisión mientras cena. Ana acepta el reto.
Silvia, en cambio, se muestra poco receptiva. Lleva el chándal rosa, y no es
el atuendo más adecuado para presentarse en el Piccolino. ¿Cómo se va a
presentar en chándal? Al final, después de unos minutos de discusión, Silvia las
convence de que, en su caso, lo mejor será seguir adelante con el plan inicial:
que ella vaya directamente al Piccolino. Después de cómo se enfadó Bea con
ella, no pueden permitirse el lujo de que ésta vea que Silvia también ha ido a
buscarla y no quiera salir con ellas.
Antes de irse, las tres amigas se cogen de las manos para desearse suerte, a la