Page 254 - Lascivia Noviembre 2017
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ni el terciopelo sería rival. Cuando la ví sentarse, con sus largas piernas jun-

                  tas, pensaba en como se estaría entre aquellas dos columnas de carne, que

                  se sentiría al estar sentado en el suelo apoyando la cabeza en aquellas dos

                  bellezas de piernas, y cuantas veces tendría que acariciarlas para llegar a un

                  orgasmo solo con ello. Todas esas preguntas pasaron por mi mente en po-

                  cos segundos y en menos tiempo mi miembro viril reaccionó, con la mala

                  suerte de que además, al producirse mi erección se encontró arroyado al-

                  gún que otro pelo en el crecimiento del pene y eso unido a la rusticidad

                  del pantalón vaquero hizo que tuviera que sentarme rápidamente y con di-

                  simulo tocarme mi paquete para poner fin al sufrimiento producido por el

                  embate de mi herramienta.




                    Q uiero saber si cuento con el aval de su secreto profesional? – me dijo

                  Susana un poco cabizbaja y por primera vez en tanto tiempo sin mirarme a

                  los ojos directamente - Comprendí que la cosa era bastante seria y ardía en

                  deseos de saber que quería contarme, pues mi paciencia se estaba acaban-

                  do a una velocidad bastante grande. Claro que si Susana, cuénteme - res-

                  pondí contundentemente –




                    ¿Mis perros están sanos en todos los sentidos? - preguntaba también sin

                  mirarme fijamente a los ojos - En todas las circunstancias Susana, sus perros

                  están sanitariamente correctos en todas las circunstancias. Correctamente

                  vacunados, correctamente desparasitados, higiénicos como ellos solos, per-

                  fumados por usted hasta el límite que se hace agradable estar con ellos in-

                  cluso en lugares cerrados a pesar de su envergadura.




                    ¿Ellos no pueden contagiarme ninguna enfermedad, verdad? - siguió pre-

                  guntándome aun sin mirarme - No señora, salvo que usted presente una in-

                  munodeficiencia sus animales no pueden contagiarle ninguna enfermedad.




                    Yo siempre he confiado en usted doctor - replicó Susana aun sin mirarme

                  fijamente – Me recomendaron desde varios sitios que lo buscara a usted

                  como profesional para mis animales, pero después de hablar la primera vez

                  con usted, mi confianza fue total en usted junto a su profesionalidad y por

                  eso he seguido viniendo para que me llevara a mis animales.
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