Page 559 - El nuevo zar
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La otra institución es el Centro Internacional para Académicos Woodrow
               Wilson en Washington D. C., que me proporcionó un lugar para estudiar y
               escribir  dentro  de  su  Instituto  Kennan,  donde  la  atmósfera  era  seria,  no
               partisana y absolutamente agradable. Doy las gracias a la directora del centro,

               Jane Harman, así como a Blair Ruble, Robert Litwak y Will Pomeranz; a mi
               asistente de investigación allí, Grace Kenneally; y al personal de la biblioteca

               del centro —Janet Spikes, Dagne Gizaw y Michelle Kamalich—, quienes me
               guiaron no solo a través de la cuantiosa colección de George Kennan, sino
               también  de  la  Biblioteca  del  Congreso,  que  permite  acceso  especial  a  los
               académicos del centro.


                    Conté con la investigación realizada por Almut Schoenfeld en Berlín y
               Dresde y por Noah Sneider en Moscú. Bryon MacWilliams, mi viejo amigo,
               autor, traductor y compañero de bania, también rastreó fuentes recónditas, al

               tiempo que hacía de experto en los matices de la cultura e idioma rusos. Otros
               leyeron el libro entero o partes de él y compartieron su conocimiento, consejo

               y  aliento,  como  Nina  Jrushcheva,  Geraldine  Fagan,  Frank  Brown,  Nathan
               Hodge, Max Trudolyubov y Rory MacFarquhar. También consulté a muchos
               otros expertos en Rusia, la mayoría de los cuales han publicado sus propios
               libros  sobre  temas  tratados  aquí,  incluidos  Anders  Aslund,  Harley  Balzer,

               Karen Dawisha, Clifford Gaddy, Mark Galeotti, Thane Gustafson, Fiona Hill,
               Oleg  Kaluguin,  David  Kramer,  Andrew  Kuchins,  Cliff  Kupchan,  Andréi

               Miroshnichenko, Robert Orttung, Peter Reddaway, Andréi Soldátov y Dmitri
               Trenin.

                    Fueron varios los funcionarios en Rusia y Estados Unidos que brindaron

               información a condición de que no diera sus nombres; aprecio su confianza.
               Otra fuente a lo largo de los años —y un personaje en este libro— fue Boris
               Nemtsov,  que  fue  asesinado  cerca  del  Kremlin  en  febrero  de  2015,  justo
               cuando yo estaba terminando el libro. Fue un patriota ruso. Que la justicia

               prevalezca.

                    Debo  un  agradecimiento  especial  a  Larry  Weissman,  el  agente  literario
               que  me  contactó  hace  más  de  una  década  y  plantó  la  semilla  que  se

               convertiría en este libro. También me gustaría dar las gracias a la gente de
               Alfred A. Knopf que aceptó publicar este libro y que ayudó a elaborarlo, en
               especial a un gran editor, Andrew Miller.


                    Muchos  otros  me  han  apoyado  en  cosas  grandes  y  pequeñas.  Dudo  en
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