Page 42 - Punto de Fuga_2_Neat
P. 42
manoseadas no estaba mal para el resto. Era algo mínimo,
nada.
Entonces, colocamos unos ladrillos, callamos para
todos. Aprendimos a protegernos solas, adolescentes y solas.
Nos cuidábamos y hablábamos entre nosotras si algo que nos
molestaba nos pasaba.
Al mismo nivel que El levanta polleras, estaba el
albañil que trabajaba en una obra cerca del colegio. Un día me
dijo “que lindas tetitas de nena, cómo te las chuparía todas”,
con un tono libidinoso que me marcó el cuerpo.
Tras eso, con mis 12 años, empecé a caminar encorvada
tratando de esconder esa parte de mí, mi pecho. Callé, otra
vez, e intenté no provocarlo. Porque era yo, la de las tetas, no
él. Era mi culpa haberlo provocado y puse mil ladrillos más.
Mi adolescencia estuvo marcada por situaciones
silenciadas. Cotidianamente, me tomaba el 276 para ir a mi
casa o para ir al centro. Estaba por bajar y al tocar timbre para
que el bondi parase, un señor que esperaba para descender
41