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A mí, mis parientes de Zárate, me lo contaron como una
anécdota.
Una mañana de 2006, leyendo el diario, mi madre
expresó: “¡ay, qué horror, qué horror!”.
Lo horrendo era que habían violado y mutilado a una
nena deficiente mental en un descampado cerca de la casa de
mi abuela, en Villa Fox.
O quizás lo horrendo era que los implicados eran el
hijo del intendente y de otros funcionarios de la zona.
Para mí, todo era un espanto, incluyendo en primer
lugar a la nota periodística que contaba detalles del cuerpo,
del uso de estupefacientes y otros datos innecesarios pero
fundamentales para construir cual droguería la pastillita
cotidiana de sensacionalismo sin la cual pareciera que no
podemos vivir.
Pienso que si la marihuana está prohibida, el
sensacionalismo periodístico debería ser ilegal.
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