Page 185 - Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida (Spanish Edition)
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Ella me permitió adentrarme en su biografía. Con máximo cuidado fuimos buceando
              en su infancia, en el abandono de su madre, en el alcoholismo de su padre y su posterior
              suicidio. A la temprana edad de diez años sufrió un abuso sexual por parte de un familiar
              cercano… A los dieciocho, convertida en una chica guapa, atraía a los chicos. Ahí fue
              cuando conoció a Raúl, su novio de siempre. Ella no quería nada serio, pero él le declaró
              amor eterno desde el primer día y le prometió esperarla.
                 Al  poco,  le  ofrecieron  trabajar  de  modelo  en  otro  país  y  ella  aceptó.  Necesitaba
              dinero… Por las noches iba de fiesta. Fue ahí donde entró en contacto con la droga y la
              prostitución  de  lujo.  Pagaban  muy  bien.  Ella  dejó  de  sentir.  Fingía.  Por  las  noches
              lloraba,  sin  lágrimas,  con  un  vacío  interior  cada  vez  más  fuerte.  Raúl,  que  conocía  la
              situación, la buscaba, intentaba sacarla de aquello, pero sin éxito. Le regalaba libros, le
              enviaba  conferencias  para  que  ella  escuchara  hablar  sobre  la  superación,  el  dolor  y  el
              trauma.
                 Tras varias semanas de terapia, ella se encontraba más tranquila. Fue realizando todos
              los  trámites  para  cambiar  de  vida  y  de  apariencia.  No  tenía  una  cara  especialmente
              llamativa y con poco esfuerzo modificó su aspecto.
                 Meses después de conocerla vino con Raúl a consulta. Él era un chico profundamente
              bueno, la quería desde siempre y sabía que ella tenía un gran potencial herido por la vida
              que había llevado.
                 Hace unos meses recibí esta carta[22]:


                Querida doctora:
                  Ya he llegado a mi nuevo país. En el fondo no es nuevo, mi madre vivió su infancia a cien kilómetros de
                donde nos hemos instalado. He comenzado un negocio de ropa, va despacio, pero tengo mucha ilusión. He
                traído mis ahorros y, si todo va bien, nos casaremos en la primavera siguiente. He recuperado las ganas de
                vivir, ¡gracias por la ayuda prestada! […]

                                             Nunca es tarde para empezar de nuevo.
                PD: He enviado tu contacto a algunas compañeras de trabajo para que las puedas ayudar a ellas también. No
                les digas dónde estoy.
                  Un abrazo con cariño,
                  Judith




























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