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Más allá del aula III: Experiencias y reflexiones docentes
Existen dos modelos internos que hablan de integración: uno
tradicionalista que coquetea con los intereses externos a la región.
Otro, radicalmente contrario, es el propuesto por los gobiernos de
tendencia izquierdista o llamados progresistas. Pero está aquel
modelo, un tercero, si se quiere, completamente extraño a los
ideales históricos de América Latina y El Caribe.
Siguiendo lo anterior, la llegada al poder en Venezuela del
bolivarianismo propuesto por Chávez, tuvo como interés
primordial el rescate de la idea de integración continental, la
creación de organismos multilaterales alternos y la discrepancia
radical a las políticas integradoras determinadas desde Washington.
La identidad e integración, para el caso de América Latina y El
Caribe, desde la perspectiva alternativa van de la mano. Esto se
acompaña de la revisión histórica, del aprovechamiento del
componente cultural.
Hoy existe una crisis en las concepciones y concreciones de
integración en la región. El giro de algunos Estados a políticas
cercanas al sistema neoliberal, han dificultado la consolidación de
otras propuestas como el MERCOSUR o el ALBA. A pesar de los
esfuerzos, es difícil vencer la visión economicista de la integración.
En las visiones tradicionalistas prima el interés del capital y sus
monopolios que las necesidades de los pueblos.
Independiente de cualquier opinión ideológica apresurada, no
cabe la menor duda en el protagonismo de la Revolución
Bolivariana y el liderazgo, no en solitario de Hugo Chávez, sino
también de otros líderes y personajes latinoamericanos. La
propuesta de integración, desde esta arista, es consecuencia
material del devenir histórico-social, que se asume como una deuda
histórico-política relacionada con la dignidad.
La ausencia de liderazgos en esta segunda mitad de la segunda
década del siglo XXI, ha impactado negativamente los intentos por
preservar las alternativas de desarrollo autóctono planteadas desde
los gobiernos no tradicionales. A esto se suma, paradójicamente, la
falencia en la formación de los sectores sociales de base, tanto en
los países que comparten el ideal integracionista alternativa, por
parte de los gobiernos; tanto más en aquellos gobiernos de
tendencia contraria por parte de los sectores de oposición u
organizaciones político-sociales.
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