Page 165 - El Hobbit
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En el extremo meridional las dobles aguas se vertían de nuevo en altas cascadas
      y corrían deprisa hacia tierras desconocidas. En el aire tranquilo del anochecer el
      ruido de las cascadas resonaba como un bramido distante.

      No  lejos  de  la  boca  del  Río  del  Bosque  se  alzaba  la  extraña  ciudad  de  la  que
      hablaran  los  elfos,  en  las  bodegas  del  rey.  No  estaba  emplazada  en  la  orilla,
      aunque había allí unas cuantas cabañas y construcciones, sino sobre la superficie
      misma del Lago, en una apacible bahía protegida de los remolinos del río por un
      promontorio de roca.
        Un  gran  puente  de  madera  se  extendía  hasta  unos  enormes  troncos  que
      sostenían una bulliciosa ciudad también de madera, no una ciudad de Elfos sino
      de Hombres, que aún se atrevían a vivir a la sombra de la distante Montaña del
      dragón.  Sacaban  aún  algún  provecho  del  tráfico  que  venía  desde  el  Sur,  río
      arriba, y que en el trayecto de las cascadas era transportado por tierra hasta la
      ciudad;  pero  en  los  grandes  días  de  antaño,  cuando  el  Valle  Norte  era  rico  y
      próspero, ellos habían sido poderosos hombres de fortuna; vastas flotas de barcos
      habían  poblado  aquellas  aguas,  y  algunos  llevaban  oro  y  otros,  guerreros  con
      armaduras, y allí se habían conocido guerras y hazañas que ahora eran sólo una
      leyenda. A lo largo de las orillas podían verse aún los pilotes carcomidos de una
      ciudad más grande, cuando bajaban las aguas, durante las sequías.
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